10 jun 2006

Au revoir, Paris


¿Cómo pensar después de París? Hoy decido comenzar este blog, dando la inauguración con una buena despedida en la ventana del baño que tantas veces me ha acompañado en los últimos meses, narrándome las historias de los relatos que confirman el universo de reciprocidades en que vivimos.
Quien haya estado acá sabe a qué me refiero, como quien haya vivido en residencias estrepitosas lejos de lo familiar: se descubre la incertidumbre, la torsión, la tensión, la identidad fragmentada, la flexibilidad de la forma, que en la vida existen las ruinas del recuerdo sobre las que crecen los nuevos brotes de las inquietas experiencias que se van viviendo, que se buscan.
Dos cosas echaré de menos en la próxima etapa española: el estar rodeada de extranjeros y el universo de la cultura elitista, abordada con buenos carnets de estudiante, que engancha en esta ciudad.
Volveré de nuevo a la Mahou fresca en las tardes, a las conversaciones a la luz rembrandtina del Zalacaín, del Heartbreaker, volveré a escuchar películas en castellano en el cine de verano.
La cartografía de las pasiones es contradictoria. Ahora comprendo la sed de Ulises. Me preguntaban qué es lo que deseo en la vida: de momento montarme en mi nueva bicicleta plegable, volver a las reuniones de los ecologistas en Murcia, hacer un cartel por la campaña a favor del carril bici, y llevar colgado el amuleto japonés que Fumi me trajo de Osaka, para que proteja la sed del viajero.
Por cierto, hace escasos días he descubierto uno de los mayores monumentos que creó la humanidad. Aquí les muestro.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La identidad, quizás algo que no exista, la memoria de las experiencias que nos hacen y nos deshacen, encuentros y desencuentros. Todo dentro de la enorme eventualidad que es vivir. Aire y fuego, tierra y agua, los cuatro elementos en la continua unión y separación, en la continua eventualidad del vivir.
¿Identidad decís? explicadme qué es eso.

Desde Salamanca...con nis mejores deseos...José Manuel Díez

NSN dijo...

Pues eso, qué es la identidad si cada día somos más porosos.