4 abr 2020

El problema existencial sobre la enfermedad y la muerte en Occidente a raíz del coronavirus


Cuando observo alrededor los comportamientos de las personas a raíz del coronavirus desarrollando patologías mentales en base al miedo, cuando observo a mi alrededor las políticas autoritarias que se han establecido en base al miedo, soy cada vez más consciente de que el problema occidental de base no es más que algo existencial.
Este pensamiento me ha rondado en otras ocasiones de una forma más o menos perfilada, pero no tan clarividente. Cada vez que viajo en cuanto tengo vacaciones a un país menos desarrollado -donde me gusta especialmente viajar, para poder enfrentarme a los límites de mi cultura- tengo esa impresión. En los países menos desarrollados, se desarrolla una mayor sabiduría existencial, porque existe una mayor educación vital sobre la enfermedad, la muerte y los límites del ser humano. Y es que en ellos se aceptan estos tres factores, porque se convive y se vive con ellos diariamente. 
Y es que, por ejemplo, ahora mismo puedo pensar que en Etiopía, Guatemala, Vietnam, Tailandia, Malasia, Túnez para la mayor de la población el menor de los problemas sea el coronavirus, cuando tienen cada día que salir a buscar alimento, por ejemplo. O que en países en los que existe el ébola, la malaria o el VIH y la gente muere de eso, el coronavirus sea meramente una minucia. O en aquellos que sufren cada dos por tres tifones, tsunamis, monzones arrasadores, el coronavirus sea algo anecdótico.
El coronavirus se ha convertido en un problema occidental, porque somos los occidentales quienes hemos pretendido establecer una "guerra" médica en contra de la naturaleza, en el que se establecen cifras falseadas y combates entre países por cifras de muertos, recuperados, infectados... Sin embargo, la naturaleza es tan imponente, que hay un punto en el que los medios médicos no pueden llegar a ello. Bien es cierto que se puede invertir más en sanidad, pero nunca podrá la sanidad combatir toda la acción de la naturaleza, cuando esta actúa sobrepasando el ímpetu todopoderoso del ser humano occidental. También es cierto que la naturaleza es tan imponente que ni la mera estadística funciona con ella, porque necesitaríamos miles de millones de test para hacer números coincidentes con la realidad y de poco sirve. 
No quiero decir con ello que no se deba hacer uso de todo el sistema posible para poder salvar al mayor número de gente. Lo que pretendo aquí decir es que hay un momento en el que de una forma u otra nos vamos a tener que enfrentar a la aceptación de la muerte, a la aceptación de la enfermedad y a la aceptación de los límites de la medicinan.
Quizás todo esto sea una lección de humildad al mundo occidental. Quizás sea un replanteamiento de los patrones existenciales. O quizás para muchos sea simplemente un abrazo a comportamientos en base al miedo de los que luego tengan que recuperarse.
Quizás cabe replantearse de nuevo las palabras de Buddha: {Lo que más me sorprende de la humanidad son } Los hombres que pierden la salud para juntar dinero, y luego pierden el dinero para recuperar la salud y, por pensar ansiosamente en el futuro, olvidan el presente de tal forma que acaben por no vivir ni en el presente ni en el futuro, viven como si nunca fuesen a morir y mueren como si nunca hubiesen vivido.

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