27 abr 2020

Una vida no deseada



Cercana a la locura. Entonces puedo comprender cómo la mente es capaz de desconectarse de la realidad. Anestesiada, empatizo con todas aquellas personas que viven el encierro en soledad. Y me pregunto cómo debe ser vivirlo en soledad con cierta edad. De muchos colectivos se habla, padres con hijos, enfermos mentales, ancianos, pero no se habla de la soledad en Europa, de todas aquellas vidas a las que la socialización se ha visto truncada por el encierro. La falta de afectos en casa supone la ausencia de una de las necesidades más básicas. Entonces ya todo poco importa. Ni las multas, ni los toques de atención, porque mendigar afecto se convierte en la lucha diaria. Ojalá existiera un botón de pausa, pero la realidad es que cada día que me levanto es cada vez un mayor esfuerzo por vivir una lucha en contra de una vida no deseada, en la que lo mínimo que me puede pasar es vivir enfadada. 

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