En una terminal de aeropuerto me besaste.
Marchabas. Ya no fuiste más a mis ojos.
¡Te quise tanto!
Amaba tu extraña lengua robótica.
Llenabas con tu familia la cocina de casa.
Un desayuno extraño.
Nunca te confesé mi amor,
aunque escuchábamos Norah Jones en la cama.
Nunca me confesaste tu amor,
aunque bailábamos jazz en las cuevas de París.
Y, sin embargo, marchaste y me besaste.
Aquellos fugaces labios lo dijeron.
Apenas hoy los recuerdo húmedos.
¡Qué tristeza no haberte amado con la palabra!
¡Qué melancolía no acariciarte con aquella música!
Ahí vives, ma fille sauvage,
formas parte de mis entrañas.
Marchabas. Ya no fuiste más a mis ojos.
¡Te quise tanto!
Amaba tu extraña lengua robótica.
Llenabas con tu familia la cocina de casa.
Un desayuno extraño.
Nunca te confesé mi amor,
aunque escuchábamos Norah Jones en la cama.
Nunca me confesaste tu amor,
aunque bailábamos jazz en las cuevas de París.
Y, sin embargo, marchaste y me besaste.
Aquellos fugaces labios lo dijeron.
Apenas hoy los recuerdo húmedos.
¡Qué tristeza no haberte amado con la palabra!
¡Qué melancolía no acariciarte con aquella música!
Ahí vives, ma fille sauvage,
formas parte de mis entrañas.
5 comentarios:
un beso es mucho más valioso que ninguna confesión de amor, el beso es el amor vivo que no se hace preguntas, no hay color
Es precioso, Nieves.
Rai
Gracias por vuestras apreciaciones, Amor y Rai. El beso, ciertamente, dice más que cualquier palabra de amor.
Realmente emotivo. Me gusta mucho.
Gracias, Pilar, por apreciar esa belleza. Nació del corazón, de lo más profundo de los sentimientos.
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