16 nov 2019


Espejismo

La vida está llena de creencias sobre realidades que resultan ser diferente a lo que se pensaba. Cuando la sed apremia, la dicha no es buena. Sabiduría es esperar observando el prudente tiempo para que cada cosa se manifieste tal cual brilla en su fondo. Así, la luz será luz. 

13 nov 2019



La gota

La gota que desliza por mis dedos. El inicio del invierno. Fría, gélida, penetrante. Trato de acariciarla. Se escapa entre las rendijas del quehacer. Trato de besarla, de impregnarla del entusiasmo cálido de mi corazón. Se escapa entre las comisuras de mis labios. La gota que no tiene forma. La gota dividida al infinito. La gota desea ser así, fría, gélida, penetrante en este invierno. Mi corazón no desea ser así, cálido, ardiente, penetrante de primavera. Es la irresoluble danza de los contrarios que se buscan.

12 nov 2019


Epithymos, lógos y thymos

Hace más de dos mil años Platón hablaba del epithymos, el lógos y el thymos. O el deseo, la razón y el espíritu, así traducido.
El epithymos es aquello que nos lleva al placer y a la satisfacción, fundamental en el ser humano para escuchar las necesidades básicas para la supervivencia o para el bienestar del cuerpo. Es un ímpetu que nos viene de arriba, sobrevenido, ingobernable.
El lógos es la pura razón, mediante la cual podemos conocer. Para Platón este conocimiento está directamente relacionado con la capacidad de amar, porque para él es el amor la forma suprema de conocimiento. Es el amor racional lo que nos lleva a alcanzar la verdad.
Y el thymos es una mezcla entre epithymos y lógos. Contiene por un lado la capacidad de ser arrojado y de arriesgarse, es decir, un ímpetu que, a diferencia de epithymos nos viene de dentro, no nos gobierna y, por otro lado, la de acatar la verdad tal y como se presenta. Siempre tiene encarnado en sí cierto entusiasmo. De hecho, la palabra entusiasmo contiene en sí la palabra thymos. 

Dos mil años después, con las reservas que queramos poner a la interpretación platónica de la realidad, todavía seguimos siendo huérfanos de un equilibrio entre la razón y el deseo. 
Muchas veces el deseo queda disfrazado por imperativos racionales que nos impiden actuar y que, en el fondo, esconden una relación intensa del ser humano con el miedo. El miedo en la naturaleza nos ayuda a sobrevivir. Sin embargo, el miedo en el ser humano, tamizado por la cultura, nos presenta fantasmas por doquier que, en ocasiones, no son más que impedimentos para avanzar.
En otras ocasiones actuamos de forma racional, pretendiendo que se establezca un deseo hacia aquello que consideramos adecuado, "lo adecuado" o "lo correcto". 

Bien es cierto que somos herederos, entre esos más de dos mil años, de la cultura del catolicismo, que supone un desequilibrio estructural en la mente humana entre el deseo y la razón. Siendo la misma una forma racional de "controlar" o reprimir todo aquello que tenga que ver con el cuerpo.

Sin embargo ahora, de repente, hemos pasado a la cultura de la inmediatez en la satisfacción del deseo, obviando la razón.

¿Cómo encontrar el equilibrio entre ambas? ¿Existe tal equilibrio en la mente humana? Quién fuera sabia para poder alcanzarla de una forma rectilínea y uniforme. Pero las leyes newtonianas y el mecanicismo no funciona tanto en la integridad orgánica del ser humano. Y, a veces, el deseo nos desborda. Y, a veces, la razón nos ata.

4 nov 2019


Minerva

Hay algo mágico entre tú y yo. Eso que nos lleva a jugar a volar como mariposas vestidas de colores, mientras suena una música cualquiera de fondo. Quizás porque te vi nacer, tan cerca. Quizás porque me hiciste por primera vez tía. O tal vez porque me enseñaste a caminar de un modo más profundo y comprometido en esta vida.
¿Qué te habré dado yo? Algo mágico nos brindamos, porque tú siempre eres lo mejor que sucede en cada día que paso contigo. Gracias, pequeña, el mundo es mucho más auténtico desde que estás en él. 

27 oct 2019



Arturo

Metafísica, ornamentos racionales, pensamientos existenciales, todo cae ante los ojos de un niño. No importa nada, de repente, más que una sonrisa, un llanto, un intento de comunicación no verbal. Es como una utopía, un remanso de paz en un mundo frenético. Eso es vivir, esa sencillez natural: comer, dormir, soñar. 
Qué gran lago navegado, qué tranquilidad en el espíritu. Por fin mirando fuera de uno mismo. Gracias, Arturo. 

23 oct 2019



Abrazo a la sombra

Llega el invierno. Llevaba tiempo sin recogerme. Sin escuchar el silencio, la ardua tarea de no hacer nada. Hacer sin hacer. En el silencio brota todo, la luz y la sombra. Supongo que no gusta a tantos humanos la soledad, porque ven aquello que en ocasiones no se desea observar. Sólo el silencio cura, porque arrastra como un río la verdad de cada uno. Y mirando a los ojos de la misma puede aceptarse quienes somos. Las victorias no duelen tanto como las derrotas. Aquello que no fuimos, que no hicimos, aquellos que no nos supieron amar, aquellos a quienes hicimos daño. Y así es. No hay vuelta atrás, ni principio ni final. Sólo hay tiempo que pasó, que se fue, que está por llegar. En el fondo solo hay presente. Ese estar de cada uno consigo mismo. Abraza tu sombra, ten compasión de ella. Somos los únicos en poder comprendernos. Somos únicos y estamos siempre solos. La palabra ajena es la evasión para no llegar a conocernos tal cual somos. 

12 oct 2019


La familia

Bienvenidos al gran show de la familia. Esa entidad que en las sociedades latinas sirve para poder alcanzar el culmen máximo de todo tipo de neurosis. Tenga y cree su propia familia. Es la vida ideal, señores. Son sangre de su sangre, son las personas con las que usted puede contar siempre. Eso sí, no a un precio barato. Con el pack van incluidos el chantaje psicológico, la culpa, la frustración y el aprender a comunicarse a gritos. Cumpla su sueño. Regálese una familia. Cree la suya propia y siga transmitiendo los mejores valores de la ética humana. 

6 oct 2019

Jardineros


En esta vida, en las relaciones con los otros, somos como jardineros. El amor, la amistad, el parentesco, acaban por pervivir si existe un cuidado constante. 
Sin embargo, no todos los tipos de jardín ni jardineros llevan a que florezcan esas relaciones.
Recuerdo aquellas clases de estudio del jardín inglés en comparación con el jardín francés. Si caminamos por algún sitio verde de Londres que no haya crecido de forma natural, sino que haya sido puesto por el ser humano, nos damos cuenta de que las plantas que en él viven tienen algo de salvaje. En el jardín inglés no existe la obsesión de podar y en cierta medida poseer la planta para que crezca según el orden predeterminado que está en la cabeza de quien cuida el jardín. Los árboles, así, pueden hacer crecer sus ramas hacia donde su naturaleza les vaya guiando.
Sin embargo, si caminamos por cualquier jardín de París, nos damos cuenta de la geometría de cada árbol. En él no se permite que nada crezca fuera de "su sitio". 
Ambos son hermosos. Cada cual a su manera.
Sin embargo, en las relaciones con las personas, como no existe una dirección única de cuidado, sino que hay una reciprocidad, quienes se empeñan en utilizar las técnicas del jardín francés se acaban equivocando. Y es que a nadie en esta vida le gusta que le ordenen, le dominen y lo sometan a los designios de otro, que tiene una naturaleza diferente. Desde los bioritmos diversos de cada cual, hasta los conceptos tan básicos como expulsar gases frente al otro, todo nos hace en su conjunto únicos.
Todos anhelamos amor, socialización, sin embargo, lo queremos desde el respeto mutuo.
La gran neurosis de ciertas relaciones interpersonales pienso que viene de ahí. De tratar de hacer de jardineros franceses con seres humanos libres. 
Dependiendo del grado de relación con la persona podemos enviarla más o menos fácilmente a paseo al sentirnos podados. Quiero decir, es más difícil distanciar la relación con una madre que con una amiga, por ejemplo. Sin embargo, todos los adultos antes o después nos rebelamos siempre contra quien nos pretende imponer criterios y domesticar. 

1 oct 2019

La memoria del cuerpo



La memoria del cuerpo

Es así. La memoria del cuerpo. No llego a comprender si tiene cura. Se presenta. No es el instante esperado. Trae consigo el río del dolor. ¿Por qué ahora me recuerdas que soy humana? ¿Por qué llegas rasgando la herida todo aquello que no fue? ¿Por qué otra noche sin el arrullo de la presencia? ¿Algún día podré conciliarme? ¿Llegará el momento en que estos labios no echen de menos el tacto incipiente del amor perdido?

18 sept 2019

La nada


La nada. Ese vacío que oprime con la incertidumbre. Tus ojos, tu pelo, tu olor. Ya no queda nada. Nada de aquellos sueños compartidos. Nada. Ni las caricias, ni tu cuerpo desnudo en la madrugada. Tampoco el atravesar de emoción sábanas blancas de luz cubana. Salto, me giro, un sueño. Fue un sueño abrazarte en esta noche temblorosa. Cuántas horas han de pasar sin conciliarme. Cuántas cuando grito a la soledad y no responde más que el eco oscuro de mi voz rasgada.