30 jun 2012

Fragmentos geosféricos XXXVIII



Acuático amor mamífero

Me muerdes y luces, como sábana en la mañana que escurre paso de alpaca. Eres caracola que ronronea el océano, tierra marina que acoge raíces. Danza de cetáceo, grito armónico de clarinete incendiado.

29 jun 2012

Empresa turismo Región de Murcia

 
Dados los recortes en el sueldo del profesorado, y dada mi condición de futura madre, estoy montando una empresa de viajes turísticos a la Región de Murcia para ingleses y alemanes de las costas cercanas. Si alguien de ustedes tiene alguna idea o sugerencia legal o contable, les agradecería los comentarios.

25 jun 2012

Minerva baila sola

 
Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad

Vivir es nacer dentro de un cuerpo para ir poco a poco conquistando la libertad y la autonomía. Y nos vamos despegando de ese cuerpo hasta hacer nuestra propia persona. No obstante, mientras la logramos construir, seguimos necesitándolo como esa ayuda generosa que nos da la oportunidad de acabar siendo nosotros mismos. Y ésa es la generosidad de una madre. No el tiempo que emplea en su hijo ni las renuncias que hace en su propia vida por él, sino hacer todo ello con el fin de que el hijo se haga una persona autónoma, independiente y libre, que piense por sí mismo, e incluso de forma contraria a la madre. Sin pretender fagocitarlo o hacerlo a la medida de uno mismo.
Uno de esos pasos hacia la conquista de la libertad personal es manejar los propios movimientos. Minerva ya se pone de pie y ha conquistado un gran paso para sí misma, que no es más que un reflejo del paso libre de la humanidad.

22 jun 2012

Henry Thoreau, "Desobediencia civil"


Aquí les dejo uno de los filósofos políticos que más me agradan, Henry Thoreau. Se trata del texto Desobediencia civil. En él nos expone cómo para mejorar el Estado y hacerlo democrático resulta necesario no obedecer todas las leyes, sino desobedecer aquellas que se consideran moralmente ilegítimas. Es una única forma de cambio, ya que manifiesta realmente el descontento de un pueblo con ciertas leyes. La fuente de donde está sacado el texto es: http://thoreau.eserver.org/spanishcivil.html

Creo de todo corazón en el lema “El mejor gobierno es el que tiene que gobernar menos”, y me gustaría verlo hacerse efectivo más rápida y sistemáticamente. Bien llevado, finalmente resulta en algo en lo que también creo: “El mejor gobierno es el que no tiene que gobernar en absoluto”. Y cuando los pueblos estén preparados para ello, ése será el tipo de gobierno que tengan. En el mejor de los casos, el gobierno no es más que una conveniencia, pero en su mayoría los gobiernos son inconvenientes y todos han resultado serlo en algún momento. Las objeciones que se han hecho a la existencia de un ejército permanente, que son varias y de peso, y que merecen mantenerse, pueden también por fin esgrimirse en contra del gobierno. El ejército permanente es sólo el brazo del gobierno establecido. El gobierno en sí, que es únicamente  el modo escogido por el pueblo para ejecutar su voluntad, está igualmente sujeto al abuso y la corrupción antes de que el pueblo pueda actuar a través suyo. Somos testigos de la actual guerra con Méjico, obra de unos pocos individuos comparativamente, que utilizan como herramienta al gobierno actual; en principio, el pueblo no habría aprobado esta medida. El gobierno de los Estados Unidos ¿qué es sino una tradición, bien reciente por cierto, que lucha por proyectarse intacta hacia la posteridad, pero perdiendo a cada instante algo de su integridad? No tiene la vitalidad y fuerza de un solo hombre: porque un solo hombre puede doblegarlo a su antojo. Es una especie de fusil de madera para el mismo pueblo, pero no es por ello menos necesario para ese pueblo, que igualmente requiere de algún aparato complicado que satisfaga su propia idea de gobierno. Los gobiernos demuestran, entonces, cuán exitoso es imponérsele a los hombres y aún, hacerse ellos mismos sus propias imposiciones para su beneficio. Es excelente, tenemos que aceptarlo. Sin embargo, este gobierno nunca adelantó una empresa, excepto por la algarabía con la que sacó el cuerpo. No mantiene al país libre. No deja al Oeste establecido. No educa. El carácter inherente al pueblo americano es el responsable de todo lo que se ha logrado, y hubiera hecho mucho más si el gobierno no le hubiera puesto zancadilla, como ha ocurrido tantas veces. Porque el gobierno es una estratagema por la cual los hombres intentan dejarse en paz los unos a los otros y llega al máximo de conveniencia cuando los gobernados son dejados en paz. 

    Si el mercado y el comercio no estuvieran hechos de caucho, jamás lograrían salvar los obstáculos que los legisladores les atraviesan en forma sistemática. Y si uno fuera a juzgar a esos señores sólo por el efecto de sus acciones, y no en parte por sus intenciones, merecerían ser castigados como a los  malhechores que atraviesan troncos sobre los rieles del ferrocarril. 

    Pero, para hablar en forma práctica y como ciudadano,  a diferencia de aquellos que se llaman “antigobiernistas”, yo pido, no como “antigobiernista” sino como ciudadano, y de inmediato, un mejor gobierno. Permítasele a cada individuo dar a conocer el tipo de gobierno que lo impulsaría a respetarlo y eso ya sería un paso ganado para obtener ese respeto.  Después de todo, la razón práctica por la cual, una vez que el poder está en manos del pueblo, se le permite a una mayoría, y por un período largo de tiempo, regir, no es porque esa mayoría esté tal vez en lo correcto, ni porque le parezca justo a la minoría, sino porque físicamente son los más fuertes. Pero un gobierno en el que la mayoría rige en todos los casos no se puede basar en la justicia, aún en cuanto ésta es entendida por los hombres. ¿No puede haber un gobierno en el que las mayorías no decidan de manera virtual lo correcto y lo incorrecto – sino a conciencia?,  ¿en el que las mayorías decidan sólo los problemas para los cuales la regulación de la conveniencia sea aplicable? ¿Tiene el ciudadano en algún momento, o en últimas, que entregarle su conciencia al legislador? ¿Para qué entonces la conciencia individual? Creo que antes que súbditos tenemos que ser hombres. No es deseable cultivar respeto por la ley más de por lo que es correcto. La única obligación a la que tengo derecho de asumir es a la de hacer siempre lo que creo correcto. Se dice muchas veces, y es cierto, que una corporación no tiene conciencia; pero una corporación de personas conscientes es una corporación con conciencia. La ley nunca hizo al hombre un ápice más justo, y a causa del respeto por ella, aún el hombre bien dispuesto se convierte a diario en el agente de la injusticia. Resultado corriente y natural de un indebido respeto por la ley es el ver filas de soldados, coronel, capitán, sargento, polvoreros, etc., marchando en formación admirable sobre colinas y cañadas rumbo a la guerra, contra su voluntad, alás!, contra su sentido común y sus conciencias, lo que hace la marcha más ardua y produce un pálpito en el corazón.  No les cabe duda de que la tarea por cumplir es infame; todos están inclinados hacia la paz. Pero, qué son? Son hombres acaso? O pequeños fuertes y polvorines al servicio de algún inescrupuloso que detenta el poder? Visiten un patio de la Armada y observen un marino, el hombre que el gobierno americano puede hacer, o mejor en lo que lo puede convertir con sus artes nigrománticas – una mera sombra y reminiscencia de humanidad, un desarraigado puesto de lado y firmes, y, se diría, enterrado ya bajo las armas con acompañamiento fúnebre...aunque puede ser que
“No se oyó ni un tambor,
ni la salva de adiós escuchamos,
cuando el cuerpo del héroe y su honor
en la tumba en silencio enterramos”.
    La masa de hombres sirve pues al Estado, no como hombres sino como máquinas, con sus cuerpos. Son el ejército erguido, la milicia, los carceleros, los alguaciles, posse comitatus, etc. En la mayoría de los casos no hay ningún ejercicio libre en su juicio o en su  sentido moral; ellos mismos se ponen a voluntad al nivel de la madera, la tierra, las piedras; y los hombres de madera pueden tal vez ser diseñados para que sirvan bien a un propósito. Tales hombres no merecen más respeto que el hombre de paja o un bulto de tierra. Valen lo mismo que los caballos y los perros. Aunque aún en esta condición, por lo general son estimados como buenos ciudadanos. Otros – como la mayoría de los legisladores, los políticos, abogados, clérigos y oficinistas – sirven al Estado con la cabeza, y como rara vez hacen distinciones morales, están dispuestos, sin proponérselo, a ponerle una vela a Dios y otra al Diablo. Unos pocos, como héroes, patriotas, mártires, reformadores en el gran sentido, y hombres – sirven al Estado a conciencia, y en general le oponen resistencia. Casi siempre son tratados como enemigos. El hombre sabio será útil sólo como hombre, y no aceptará ser “arcilla” o “abrir un hueco para escapar del viento”, sino que dejará ese oficio a sus cenizas.
“Soy nacido muy alto para ser convertido en propiedad,
para ser segundo en el control
o útil servidor e instrumento
de ningún Estado soberano del mundo”.
    El que se entrega por completo a sus congéneres les parece a ellos inútil y egoísta; pero aquel que se les entrega parcialmente es considerado benefactor y filántropo. 
 
    ¿Cómo le conviene a una persona comportarse frente al gobierno americano de hoy? Le respondo que no puede, sin caer en desgracia, ser asociado con éste. Yo no puedo, ni por un instante, reconocer una organización política que como gobierno mío es también gobierno de los esclavos. Todos los hombres reconocen el derecho a la revolución; es decir, el derecho a negarse a la obediencia y poner resistencia al gobierno cuando éste es tirano o su ineficiencia es mayor e insoportable. Pero muchos dicen que ese no es el caso ahora. Pero era el caso, creo, en la Revolución de 1775. Si alguien viene a decirme que aquel era un mal gobierno porque gravaba ciertas mercancías extranjeras que llegaban a sus puertos, seguramente no haría yo mucho caso del asunto, puesto que me basto sin ellas. Toda máquina produce una fricción, y ésta probablemente no es suficiente para contrarrestar el mal. En todo caso, es un gran mal hacer gran bulla al respecto. Pero cuando la fricción se apodera de la máquina y la opresión y el robo se organizan, les digo, no mantengamos tal máquina por más tiempo. En otras palabras, cuando una sexta parte de la población de una nación que ha tomado como propio ser el refugio de la libertad está esclavizada, y todo un país está injustamente subyugado y conquistado por un ejército extranjero y sujeto a la ley militar, no creo que sea demasiado pronto para que  los honestos se rebelen y hagan revolución. Lo que hace más urgente esta obligación es que el país así dominado no es el nuestro y lo único que nos queda es el ejército invasor. 

    Paley, conocida autoridad con muchos otros en asuntos morales, en su capítulo sobre “Obligación a la obediencia al Gobierno Civil”, resuelve toda obligación moral a la conveniencia y continúa diciendo que “en cuanto el interés de toda la sociedad lo requiera, es decir, en cuanto al gobierno establecido no se pueda oponer resistencia o cambiar sin inconveniencia pública, es la voluntad de Dios...que el gobierno establecido sea obedecido...y no más. Al admitir este principio, la justicia de cada caso específico de resistencia se reduce al computo de la cantidad de peligro y afrenta, por un lado, y a la probabilidad y costo de remediarlo, por el otro”. De esto, dice, cada persona juzgará por sí misma. Pero parece que Paley nunca contempló aquellos casos en los que la ley de conveniencia no es aplicable, en los que un pueblo, tanto como un individuo, debe ejercer justicia, cueste lo que cueste. Si injustamente le he arrebatado una tabla a un hombre que se está ahogando, debo devolvérsela aunque yo me ahogue. Esto, según Paley, no sería conveniente. Pero aquel que salve su vida en tal forma, la perderá. Este pueblo tiene que dejar de tener esclavos y de hacerle la guerra a Méjico, aunque le cueste su propia existencia como pueblo.
    En sus prácticas, las naciones están de acuerdo con Paley, pero cree alguien que Massachusetts está haciendo lo correcto en la crisis actual?
“Una puta por Estado, recamado de plata,
que le lleven la cola, pero que deja la huella de su alma en la mugre”.
    En la práctica, quienes se oponen a una reforma en Massachusetts no son cien políticos del Sur, sino cien mil comerciantes y granjeros del Norte, quienes están más interesados en el comercio y la agricultura que en la humanidad, y no están preparados para hacer justicia a los esclavos y a Méjico, cueste lo que cueste. Yo no lucho con adversarios lejanos, sino en contra de quienes, aquí mismo en casa, cooperan y licitan por los que están lejos, y sin los cuales estos últimos serían inofensivos. Estamos acostumbrados a decir que las masas no están preparadas; pero las  mejoras son lentas, porque los pocos no son ni materialmente más sabios ni mejores que los muchos. No es tan importante que muchos sean tan buenos como usted, como que haya alguna bondad absoluta en alguna parte, porque ella será la levadura para todo el conjunto. Hay miles de personas que se oponen a la esclavitud y la guerra, pero sin embargo no hacen nada para terminarlas; hay quienes, considerándose hijos de Washington y Franklin, se sientan con las manos en los bolsillos, y dicen que no saben qué hacer, y no hacen nada; hay quienes, anteponen el asunto del libre comercio al de la libertad y leen muy calmados las cotizaciones junto con los últimos informes sobre Méjico, después de la cena, y hasta se quedan dormidos sobre ellos. ¿Cuál es la cotización para un hombre honesto y patriota hoy? Ellos se lo preguntan, tienen remordimientos y hasta redactan un memorial, pero no hacen nada con convicción y efecto. Esperan, muy bien dispuestos, a que otros le pongan remedio al mal, para que ya no les remuerda. Cuando mucho, depositan un voto barato, con un débil patrocinio y deseo de feliz viaje a lo correcto, en cuanto a ellos respecta.  Hay novecientos noventa y nueve patronos de la virtud por un hombre virtuoso. Pero es más fácil negociar con el dueño real de alguna cosa que con su guardián temporal. Toda votación es un tipo de juego como las damas o el backgammon, con un ligero tinte moral, un jueguito entre lo correcto y lo incorrecto con preguntas morales, acompañado, naturalmente, de apuestas. El carácter de los votantes no entra en juego. Deposito mi voto, por si acaso, pues lo creo correcto, pero no estoy comprometido en forma vital con que esa corrección prevalezca. Se lo dejo a la mayoría. La obligación de mi voto, por lo tanto, nunca excede la conveniencia. Aún votar por lo correcto no es hacer nada por ello. Es simplemente expresar bien débilmente ante los demás un deseo de que eso (lo correcto) prevalezca. El hombre sabio no deja el bien a la merced del chance, ni desea que prevalezca por el poder de la mayoría. Hay poca virtud en la acción de las masas. Cuando la mayoría finalmente vote por la abolición de la esclavitud, será porque ya es indiferente a ella, o por que queda poca esclavitud para ser abolida con su voto. Entonces ellos mismos serán los únicos esclavos. Sólo acelera con su voto la abolición de la esclavitud quien afirma por medio de él su propia libertad. 
 
    Me entero de una convención a reunirse en Baltimore, o en alguna otra parte, para escoger un candidato a la Presidencia, convención formada principalmente por editores y políticos de profesión; pero me pregunto, ¿qué representa para una persona independiente, inteligente y respetable la decisión que allí se tome? ¿No tenemos, sin embargo, la ventaja de la sabiduría y la honestidad? ¿No contamos con algunos votos independientes? ¿No hay muchas personas en este país que no asisten a convenciones?  Pero no: encuentro que el llamado hombre respetable ha sido arrastrado de su posición, y se desespera de su país, cuando su país tiene más razones para desesperarse de él. En el acto, adopta a uno de los candidatos seleccionados, como el único disponible, probando que él mismo está disponible para cualquier propósito del demagogo. Su voto no tiene más valor que el de cualquier extranjero sin principios o nacional a sueldo, que haya sido comprado. ¡Loa al hombre que es hombre!, o, como dice un vecino “es hueso difícil de roer”. Nuestras estadísticas están erradas: la población es presentada exageradamente grande. ¿Cuántos habitantes hay por milla cuadrada en este país? Escasamente uno. Es que los Estados Unidos no ofrecen aliciente para que las gentes se establezcan aquí? El norteamericano ha degenerado en el Tipo Simpático – conocido por el desarrollo de su órgano de sociabilidad, por la falta manifiesta de intelecto y por una seguridad desenfadada, cuya primera y más importante preocupación al llegar a este mundo, es ver que los hospicios estén en buenas condiciones, y antes de que haya estrenado su atuendo viril, empieza a recolectar fondos para sostener a las viudas y huérfanos que puedan aparecer, y quien, en últimas, se aventura a vivir solo de la ayuda de la Mutual de Seguros, que le ha prometido enterrarlo decentemente. 

    De hecho, no es obligación de un individuo dedicarse a la erradicación del mal, aún del más enorme; bien puede tener otras inquietudes que lo ocupen. Pero es su obligación al menos lavarse las manos de ese mal, y si no le dedica mayor pensamiento, tampoco debe darle su apoyo en la práctica.  Si yo me dedico a otras empresas y contemplaciones, debo ante todo ver que no las emprenda montado sobre los hombros de otro. Debo desmontarme primero para que él pueda adelantar sus contemplaciones también. Vean qué gran inconsistencia se tolera.  Les he oído decir a algunos de mis paisanos: “Me gustaría que me ordenaran ir a ayudar a extinguir una insurrección de esclavos o a marchar a Méjico, ya vería si voy”. Y, sin embargo, cada uno de ellos ha contribuido, directamente con su obediencia, e indirectamente con su dinero, suministrando un sustituto. El soldado que rehusa  servir en una guerra injusta es aplaudido por aquellos que no rehusan sostener al gobierno injusto que hace la guerra; es aplaudido por aquellos cuyos actos y autoridad ese gobierno no tiene en cuenta ni valora en nada. Como si el Estado estuviera tan arrepentido que contratara a uno para que lo azotara mientras peca, pero no para dejar de pecar. Así, bajo el rótulo del Orden y Gobierno Civil se nos hace a todos rendir homenaje y sostener nuestra propia maldad. Después del primer sonrojo de pecado se pasa a la indiferencia y de lo inmoral se llega a lo amoral, lo que resulta necesario para esa vida que nos hemos forjado. El error más amplio y permanente necesita de la más desinteresada virtud para sostenerse. Los nobles son quienes más comúnmente incurren en el ligero reproche que se le hace a la virtud del patriotismo. Aquellos, quienes a la vez que desaprueban el carácter y las medidas de un gobierno, le entregan su respaldo, son sin duda sus más conscientes soportes y con frecuencia el obstáculo más serio a la reforma. 

    Algunos le están pidiendo al Estado disolver la Unión para desconocer las solicitudes del Presidente. Por qué no la disuelven ellos mismos – la unión entre ellos y el Estado – y se niegan a pagar su cuota al Tesoro? No están ellos en la misma relación con el Estado que éste con la Unión? Y no son las mismas razones que han impedido al Estado oponerse a la Unión las que les impiden a ellos oponerse al Estado? ¿Cómo puede una persona estar satisfecha con sólo mantener una opinión y al mismo tiempo disfrutarlo? ¿Hay alguna satisfacción en ello, si su opinión es la de que está siendo agraviado? Si a usted lo engañan así sea en un solo dólar, usted no queda satisfecho con saber que lo engañaron, con decirlo, ni aún con pedir que se le restituya lo que le pertenece; sino que usted se empeña de manera efectiva en recuperar la suma completa y en ver que no se le vuelva a engañar jamás. La acción por principio, la percepción y el desarrollo de lo correcto, cambian las cosas y las relaciones; es algo esencialmente revolucionario y no concuerda con nada de lo que fue. No solo dividió Estados e Iglesias, divide a las familias; ay!, divide al individuo, separando en él lo diabólico de lo divino. 

    Existen leyes injustas: ¿debemos estar contentos de cumplirlas, trabajar para enmendarlas, y obedecerlas hasta cuando lo hayamos logrado, o debemos incumplirlas desde el principio? Las personas, bajo un gobierno como el actual, creen por lo general que deben esperar hasta haber convencido a la mayoría para cambiarlas. Creen que si oponen resistencia, el remedio sería peor que la enfermedad. Pero es culpa del gobierno que el remedio sea peor que la enfermedad. Es él quien lo hace peor. ¿ Por qué no está más apto para prever y hacer una reforma? ¿ Por qué no valora a su minoría sabia? ¿Por qué grita y se resiste antes de ser herido? ¿Por qué no estimula a sus ciudadanos a que analicen sus faltas y lo hagan mejor de lo que él lo haría con ellos? ¿Por qué siempre crucifica a Cristo, excomulga a Copérnico y a Lutero y declara rebeldes a Washington y a Franklin? Uno pensaría que una negación deliberada y práctica de su autoridad fue la única ofensa jamás contemplada por su gobierno, o si no, por qué no ha asignado un castigo definitivo, proporcionado y apropiado? Si un hombre que no tiene propiedad se niega sólo una vez a rentar nueve chelines al Estado, es puesto en prisión por un término ilimitado por ley que yo conozca, y confinado a la discreción de aquellos que lo pusieron allí; pero si le roba noventa veces nueve chelines al Estado, es pronto puesto de nuevo en libertad. 

    Si la injusticia es parte de la fricción necesaria de la máquina del gobierno, vaya y venga, tal vez la fricción se suavice – ciertamente la máquina se desgasta. Si la injusticia tiene un resorte, una polea, un cable, una manivela exclusivamente para sí, quizá usted pueda considerar si el remedio no es peor que la enfermedad; pero si es de tal naturaleza que le exige a usted ser el agente de injusticia para otro, entonces yo le digo, incumpla la ley. Deje que su vida sea la contra fricción que pare la máquina. Lo que tengo que hacer es ver, de cualquier forma, que yo no me presto al mal que condeno.  En cuanto a adoptar las maneras que el Estado ha entregado para remediar el mal, yo no sé nada de tales maneras. Toman mucho tiempo, y la vida se habrá acabado para entonces. Tengo otras cosas que hacer. Yo vine a este mundo no propiamente a convertirlo en un buen sitio para vivir, sino a vivir en él, ya sea bueno o malo. Una persona no tiene que hacerlo todo, sino algo; y puesto que no puede hacerlo todo, no es necesario que ande haciendo peticiones al gobernador o al legislador más de lo que ellos me las tienen que hacer a mí. ¿Y si ellos no oyen mi petición, qué tengo que hacer? En este caso el Estado no tiene respuesta: su propia Constitución es el mal. Esto puede parecer fuerte, terco y no conciliatorio, pero es tratar con la mayor amabilidad y consideración al único espíritu que puede agradecerlo o merecerlo. Así que todo es cambio para mejorar, como el nacimiento y la muerte, que convulsionan el cuerpo. No dudo en afirmar que aquellos que se llaman abolicionistas debería retirar inmediatamente su apoyo personal y económico al gobierno de Massachusetts, y no esperar a constituir una mayoría de uno que les otorgue el derecho de prevalecer. Creo que es suficiente con tener a Dios de su lado, sin esperar a ese otro uno. Más aún, cualquier hombre más correcto que sus vecinos constituye de por sí una mayoría de uno. 

    Yo me entrevisto con el gobierno americano, o su representante, el gobierno del Estado, directamente, cara a cara, una vez al año – nada más – en la persona de su recaudador de impuestos; esta es la única forma en la que una persona de mi posición puede encontrarse con ese Estado. Y entonces él dice bien claro: Reconózcame; y la manera más sencilla, la más efectiva, en el actual curso de los hechos, la manera indispensable de tratar con él en su cara, de expresarle uno su poca satisfacción y poco amor por él es negarlo. Mi vecino civil, el recaudador, es el hombre de carne y hueso con quien tengo que tratar – porque, después de todo, es con hombres y no con papeles con quienes yo peleo, y él ha escogido voluntariamente ser un agente del gobierno. ¿Cómo hará para saber bien lo que él es y lo que tiene que hacer como funcionario del gobierno, o como hombre, cuando se vea obligado a considerar si a mí – su vecino - a quien respeta como buen vecino - me trata como tal, o como a un loco que altera la paz, e igualmente resolver cómo puede sobreponerse a esa obstrucción a la buena voluntad, sin que lo asalten  pensamientos más rudos y contundentes, o sin adoptar un vocabulario acorde con su acción? Yo sí lo sé muy bien: si mil, o cien o diez hombres – a quienes puedo nombrar –  si sólo diez hombres honestos – alás! si un hombre HONESTO,  en este Estado de Massachusetts, dejara de tener esclavos, realmente se retirara de esa cosociedad  y fuera encerrado por ello en la cárcel del Condado, eso sería la abolición de la esclavitud en América. Porque lo que importa no es qué tan pequeño pueda ser el comienzo: lo que se hace una vez bien, se hace para siempre. Pero preferimos hablar de ello: a lo que digamos, reducimos nuestra misión. La reforma cuenta con muchos informes periodísticos a su servicio, pero ni con un solo hombre. 

    Si mi estimado vecino, el embajador del Estado, que dedicará sus días a tratar el asunto de los derechos humanos en la Cámara del Consejo, en vez de ser amenazado con las prisiones de Carolina, fuera a sentarse como prisionero de Massachusetts, ese Estado que está tan ansioso por endilgarle el pecado de la esclavitud a su hermana, aunque hasta el momento solo se ha basado en un acto de inhospitalidad para pelear con ella, no desestimaría considerar el tema en la legislatura del próximo invierno. 

    Bajo un gobierno que encarcela injustamente, el verdadero lugar para un hombre justo está en la cárcel. El lugar apropiado hoy, el único sitio que Massachusetts ha provisto para sus espíritus más libres y menos desalentados está en sus prisiones: está en ser encerrados y excluidos del Estado por acción de éste, así como ellos mismos se han puesto fuera de él, movidos por sus propios principios. Es allí donde los deben encontrar el esclavo fugitivo, el prisionero mejicano puesto en libertad bajo palabra y el indio que vino a interceder por las faltas imputadas a su raza. Es allí, en ese suelo separado, pero más libre y honorable, donde el Estado coloca a los que no están con él, sino en su contra, donde el hombre libre puede habitar con honor. Si alguien piensa que su influjo se pierde allí, y que su voz ya no llega al oído del Estado, que él mismo no es visto como el enemigo dentro de sus muros, no sabe qué tanto la verdad es más fuerte que el error, ni qué tanto puede elocuente y efectivamente combatir la injusticia quien la ha experimentado en su propia persona. Deposite su voto completo, no sólo una tira de papel, sino todo su influjo. Una minoría es impotente, ni siquiera es una minoría, mientras se amolde a las mayorías; pero se vuelve insostenible cuando obstaculiza con todo su peso. Si la alternativa es mantener a todos los justos presos o renunciar a la esclavitud y la guerra, el Estado no dudará en escoger. Si mil ciudadanos no pagaran sus impuestos este año, esa no sería una medida violenta y sangrienta, como sí lo sería pagarlos, habilitando al Estado para que ejerza violencia y derrame sangre inocente. Esta es, de hecho, la definición de una revolución pacífica, si es que tal revolución es posible. Si el recaudador, o cualquier otro funcionario – como ya ha sucedido - me pregunta: “y entonces qué hago? ”, mi respuesta  es: “si usted de verdad quiere hacer algo, renuncie al puesto”. Cuando el súbdito se ha negado a someterse y el funcionario renuncia a su cargo, la revolución se ha logrado. ¿Y no hay también derramamiento de sangre cuando se hiere la conciencia? Por esta sangre brotan la hombría y la inmortalidad de un ser humano y esa sangre fluye hacia una muerte eterna. Veo esa sangre fluyendo ahora. 

    Hasta ahora, he considerado el encarcelamiento del transgresor más que la confiscación de sus bienes – aunque ambos sirven el mismo propósito – porque aquellos que se sostienen en la corrección más pura, y en consecuencia son más peligrosos para el Estado corrupto, generalmente no han dedicado mucho tiempo a acumular propiedades. A ellos, el Estado comparativamente les presta poco servicio, y un pequeño impuesto es costumbre que parezca exorbitante, particularmente si se les obliga a pagarlo con trabajo de sus propias manos. Si hubiese alguien que viviera completamente sin el uso del dinero, el Estado mismo dudaría en exigírselo. Pero el rico – sin hacer comparaciones odiosas – está siempre vendido a la institución que lo hace rico. En estricto sentido, a más dinero menos virtud, porque el dinero se interpone entre la persona y sus objetivos y los obtiene para él; ciertamente, no fue gran virtud obtenerlo. El dinero pone de lado muchas preguntas que de otra manera la persona se vería obligada a responder, mientras que la nueva pregunta es difícil pero superflua: cómo gastarlo! Así, le han quitado a la persona su piso moral. Las oportunidades de vivir se disminuyen en proporción al aumento de los llamados “medios de subsistencia”. Lo mejor que una persona puede hacer por su cultura cuando es rica, es realizar los esquemas que se propuso cuando era pobre. Cristo respondía a los súbditos de Heródes según su condición. “Mostradme vuestro dinero del tributo”, les decía, y uno sacó un centavo del bolsillo, “si usáis dinero acuñado con la imagen del César, y que él ha hecho corriente y valioso, es decir, sois un hombre del Estado y disfrutáis a gusto de las ventajas del gobierno del César, entonces  retribuid con algo de lo que le pertenece cuando él os lo pide. Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, y no los dejaba más sabios en cuanto cuál era para cuál, porque ellos no querían saber. 

    Cuando yo converso con el más libre de mis vecinos, me doy cuenta de que cualquier cosa que mi interlocutor diga sobre la magnitud y seriedad de un asunto, lo mismo que su preocupación por la tranquilidad pública, me la presenta sujeta a la protección del Gobierno vigente y más bien se espanta de las consecuencias que la desobediencia les pueda acarrear a su propiedad y a sus familias. Por mi parte, no quiero ni pensar que alguna vez dependa de la protección del Estado. Pero si yo niego la autoridad del Estado cuando éste me presenta la cuenta de los impuestos,  pronto se llevarán y gastarán mis propiedades y me acosarán a mí y a mis hijos indefinidamente. Esto es doloroso. Esto hace imposible a la persona vivir honestamente y al tiempo con comodidad en lo que a exterioridades respecta. No vale la pena acumular propiedades que de seguro se volverán a ir. Hay que alquilar o invadir cualquier predio, cultivar una pequeña cosecha y comérsela pronto. Hay que vivir dentro de sí mismo y depender de uno mismo, siempre arremangado y listo a arrancar, sin tener muchos asuntos pendientes. Un hombre puede volverse rico en Turquía, si es en todo aspecto un buen súbdito del gobierno turco. Confucio dijo: “Si un Estado es gobernado por los principios de la razón, la pobreza y la miseria son objeto de vergüenza; si el Estado no es gobernado por los principios de la razón, la riqueza y los honores son objeto de vergüenza”. No: hasta cuando se me extienda la protección de Massachusetts hasta un puerto en el Sur, donde mi libertad esté en peligro, o hasta cuando me dedique a aumentar mi patrimonio aquí con industriosidad pacífica, me puedo dar el lujo de rehusar la sumisión a Massachusetts, y a su derecho sobre mi propiedad y mi vida. En todo caso, me sale más barato sufrir el castigo por desobediencia al Estado que obedecer. Me sentiría que yo mismo valdría menos. 

    Hace unos años, el Estado me llamó a favor de la Iglesia y me conminó a pagar una suma para el mantenimiento de un clérigo, cuyos sermones mi padre escuchaba, pero yo no. “Pague”, se me dijo, “o será encerrado en la cárcel”. Yo me negué a pagar. Desagraciadamente, otra persona consideró apropiado hacerlo por mí. Yo no entendía por qué el maestro de escuela tenía que pagar impuesto para sostener al cura, y no el cura para sostener al maestro, así yo no fuera maestro del Estado, sino que me sostenía por suscripción propia. Yo no veía por qué el Liceo no podía presentar su cuenta de impuestos y hacer que el Estado respaldara su petición lo mismo que la de la Iglesia. Sin embargo, a petición de los Concejales, fui condescendiente como para hacer la siguiente declaración por escrito: “Sírvanse enterarse de que yo, Henry Thoreau, no deseo ser considerado miembro de ninguna sociedad a la cual yo mismo no me haya unido”. El Estado, habiéndose enterado de que yo no quería ser considerado miembro de esa iglesia, nunca me ha vuelto a hacer tal exigencia, aunque decía que tenía que acogerse a su presunción en ese momento. Si hubiese sabido los nombres, me habría retirado de todas las sociedades a las que nunca me inscribí, pero no supe dónde encontrar la lista completa. 

    Hace seis años que no pago el impuesto de empadronamiento. Me apresaron una vez por eso, por una noche. Y mientras meditaba sobre el grosor de los muros de piedra, de dos o tres pies de ancho, de la puerta de madera y hierro de un pie de espesor, y de las rejas de hierro por las que se colaba la luz, no pude evitar aterrarme de la tontería de aquella institución que me trataba como si yo no fuera más sino carne, sangre y huesos que encerrar.  Concluí finalmente que ésta era la mayor utilidad que el Estado podía sacar de mí y que nunca pensó en beneficiarse de alguna manera con mis servicios. Pensé que si había un muro de piedra entre mis conciudadanos y yo, había uno mucho más difícil de trepar o atravesar antes de que ellos pudieran llegar a ser tan libres como yo. Nunca me sentí encerrado, y los muros semejaban un gran desperdicio de piedra y argamasa. Sentí que yo era el único de mis conciudadanos que había pagado el impuesto. Ciertamente no sabían cómo tratarme; pero se comportaban como tipos maleducados. En cada amenaza y en cada lisonja se pifiaban, porque creían que lo que yo más quería era estar del otro lado del muro. Yo no podía sino sonreír de ver con qué laboriosidad cerraban la puerta a mis meditaciones, lo que los dejaba de nuevo sin oposición ni obstáculo, y esas meditaciones eran realmente lo único peligroso que allí había. Como no me podían atrapar, resolvieron castigar mi cuerpo, como niños, que si no pueden llegar a la persona a la que tienen tirria, le maltratan el perro. Observé que el Estado era ingenioso sólo a medias, que era tímido. Como una viuda en medio de su platería, y que no diferenciaba sus amigos de sus enemigos, y así perdí lo que me quedaba de respeto por él y le tuve lástima.
   El Estado, pues, nunca confronta a conciencia la razón de una persona, intelectual o moralmente, sino sólo su cuerpo, sus sentidos. No está equipado con un ingenio superior o una honestidad superior, sino con fuerza superior. Yo no nací para ser forzado. Respiro a mi manera. Ya veremos quien es el más fuerte. ¿Qué fuerza tiene una multitud? Sólo me pueden forzar los que obedecen una ley más alta que yo. Quieren forzarme a que me vuelva como ellos. No escucho a quienes han sido forzados por las masas a vivir así o asá. ¿Qué vida es ésa? Cuando un gobierno me dice, “la bolsa o la vida”, por qué tengo que correr a darle mi plata? Pueden estar en apuros y no saber qué hacer: lo siento mucho. Ellos verán qué hacen. Que hagan como yo. No vale la pena lloriquear por eso. Yo no soy responsable de que la maquinaria de la sociedad funcione. No soy hijo del ingeniero. Sólo veo que cuando una bellota y una castaña caen juntas, la una no se queda inerte para hacerle campo a la otra, ambas obedecen sus propias leyes y germinan y crecen y florecen lo mejor que pueden, hasta que una, quizás, eclipsa y destruye a la otra. Si una planta no puede vivir de acuerdo a la naturaleza, se muere; lo mismo el hombre. 

    La noche en la prisión fue novedosa e interesante. Cuando entré, los prisioneros, en mangas de camisa, gozaban de una charla y del aire de la noche. Pero el carcelero dijo: “Vamos muchachos, es hora de encerrarlos”, entonces se dispersaron, y oí el ruido de sus pasos de regreso a la vacuidad de sus compartimentos. El carcelero me presentó a mi compañero como “un tipo de primera y un hombre inteligente”. Cuando cerraron la puerta, me indicó dónde colgar mi sombrero y me contó cómo arreglaba sus asuntos allí. Los cuartos eran blanqueados una vez al mes, y éste, al menos, era el más blanco; el amoblado de forma muy sencilla y seguramente el más pulcro del pueblo. Naturalmente quería saber de dónde venía yo, qué me había traído. Cuando le hube contado, yo también le pregunté por qué estaba allí, bajo la presunción de que era un hombre honesto, y claro que lo era. “Bien”, dijo, “me acusan de quemar un granero, pero nunca lo hice”. Por lo que pude descubrir, él probablemente se había acostado borracho, fumando pipa, y el granero se incendió. Gozaba de la reputación de ser inteligente; había estado allí cerca de tres meses esperando el juicio, y tendría que esperar otro tanto, pero estaba domesticado y contento, puesto que recibía alimentación gratis y se consideraba bien tratado.  Él miraba por una ventana y yo por la otra. Observé que si uno se quedaba allí por largo tiempo su actividad central se reducía a mirar por la ventana. Pronto leí todas las huellas que allí quedaban y examiné por donde se habían escapado los antiguos prisioneros, donde habían segueteado una reja y oí la historia de varios inquilinos de aquella celda; descubrí que aún allí había historias y habladurías que nunca circulaban más allá de los muros de la prisión. Seguramente ésta es la única casa del pueblo donde se escriben versos, que luego se imprimen en hojas que no se publican. Pude ver una larga lista de jóvenes que habían intentado escapar, quienes se vengaron cantando sus versos. 

    Yo le sonsaqué a mi compañero todo lo que pude, movido por el temor de no volver a verlo; luego me indicó cuál era mi cama y me dejó apagar la vela. 

   Tendido allí por una noche fue como viajar a un país remoto que nunca había esperado visitar. Me pareció que no había escuchado antes el llamado de las campanas del reloj del pueblo ni el sonido nocturno de la aldea, puesto que dormíamos con las ventanas abiertas, que daban a la parte interna de las rejas. Fue ver mi pueblo natal a la luz del Medioevo y nuestro Concord convertido en un Rin, que pasaba con sus caballos y castillos. Oí las voces de antiguos burgueses por las calles. Fui el espectador y oyente involuntario de todo lo dicho y hecho en la posada vecina: una nueva y extraña experiencia. Fue una visión más cercana de mi pueblo. Me metí dentro. Nunca antes había visto sus instituciones. Ésta es una de sus instituciones características porque éste es un Condado. Empecé a comprender lo que son sus habitantes. 

    Por la mañana, nos pasaron el desayuno por un hueco de la puerta por donde cabían jarros de lata y una cuchara metálica. Cuando vinieron por los platos, fui tan bisoño como para devolver el pan que había dejado, pero mi camarada lo agarró y dijo que debía reservarlo para el almuerzo o la comida. Pronto lo dejaron salir a segar heno en un campo vecino, a donde iba todos los días sin regresar hasta el medio día; así que me dijo adiós y que dudaba de que me volviera a ver. 

    Cuando salí de prisión – porque alguien se atravesó y pagó el impuesto – no percibí que hubiera habido grandes cambios en el exterior, como los que encuentra el que entra joven y sale viejo; y sin embargo, un cambio se presentó ante mis ojos – el pueblo, el Estado, el país eran más grandes de lo que el mero tiempo podía afectarlos. Vi más claro el Estado en el que vivía. Vi hasta qué punto se podía tener como buenos amigos y vecinos a las personas entre quienes había vivido. Su amistad era ante todo  para los buenos tiempos. Vi que básicamente no se proponían hacer el bien, que eran de otra raza distinta a la mía por sus prejuicios y supersticiones . Como los chinos y los malayos, que en sus sacrificios por la humanidad no se arriesgan ni siquiera en sus propiedades. Vi que, después de todo, no eran tan nobles, sino que trataban al ladrón como éste los había tratado, y confiaban que por cierto cumplimiento externo y algunas oraciones, y por seguir una senda particularmente derecha e inútil salvarían sus almas. Puede que esto sea juzgarlos un tanto duro, pero muchos de ellos ni siquiera son conscientes de que en su pueblo exista una institución como la cárcel. 

    Una antigua costumbre del pueblo, cuando el deudor pobre salía de la cárcel, era ir a saludarlo, mirándolo por entre los dedos, que representaban los barrotes de la cárcel; “¿Cómo le va?”. Mis vecinos no me dieron ese saludo; sólo me miraban y luego se miraban, como si yo hubiera vuelto de un largo viaje. A mí me tomaron prisionero mientras iba donde el zapatero a recoger un zapato remontado. Cuando me soltaron por la mañana procedí a terminar el mandado y después de ponerme el zapato me uní a un grupo de recogedores de arándano, que se mostraron impacientes por ponerse bajo mi conducción. El caballo pronto fue bien cargado y en media hora estuvimos en medio de un campo de arándanos en lo alto de una colina, a dos millas de distancia, y el Estado ya no se veía por ninguna parte. 

    Esta es la historia completa de “Mis Prisiones”.
    Nunca me he negado a pagar el impuesto de rodamiento, porque quiero ser tan buen vecino como mal súbdito, y en cuanto a subvencionar escuelas, aquí estoy dando mi contribución para educar a mis compatriotas.  No es por un punto en especial de la cuenta de impuestos que me niego a pagarla. Simplemente deseo rehusar la sumisión al Estado, retirarme y permanecer retirado de manera efectiva. No me interesa seguirle la pista a mi dólar, si puedo, hasta que ese dólar le compre un rifle a un hombre para que le dispare a otro – el dólar es inocente – pero sí me interesa seguirle la pista a los efectos de mi sumisión. 

    De hecho, le declaro la guerra al Estado, a mi manera, aunque lo utilice y me aproveche de él en cuanto pueda, como es usual en tales casos. 

    Si otros, por simpatía con el Estado, pagan el impuesto que a mí me piden, hacen lo mismo que cuando pagaron el suyo, es decir, apoyan la injusticia más de lo que el Estado les exige. Si pagan el impuesto por una solidaridad equivocada con la persona a la que se le ha cobrado, para salvarle sus propiedades o evitarle que termine en la cárcel, es porque no han medido con inteligencia hasta dónde dejan interferir sus sentimientos personales con el bien público. 

    Esta es mi posición en el momento. Pero uno no puede estar demasiado a la defensiva en este caso, no sea que sus acciones se parcialicen por la obstinación o la demasiada preocupación por la opinión de los demás. Hay que dejar a cada quien hacer sólo lo que le pertenece a él y a su momento. 

    A vece me digo, bueno, esta gente es bien intencionada, sólo son ignorantes, obrarían mejor si supieran cómo: Por qué poner a los vecinos en la dificultad de tratarlo a uno en una forma en que no están inclinados a hacerlo? Pero recapacito: esa no es razón para que yo actúe como ellos o permita que otros sufran un dolor mayor y diferente. Y luego, vuelvo y me digo, cuando millones de hombres, sin agresividad, sin mala intención, sin sentimientos personales de ningún tipo, piden solo unas monedas, sin la posibilidad, tal es su manera de ser, de retractarse o alterar su exigencia, y sin la posibilidad, por parte de quien recibe la petición, de apelar a otros millones de personas, por qué exponerse a esta fuerza bruta sobrecogedora? No nos oponemos al frío y al hambre, a los vientos y a las olas con tanta obstinación. Nos entregamos sumisos a mil necesidades similares. Usted no pone las manos al fuego. Pero también en la medida en que yo no veo esto como una fuerza bruta total sino como una fuerza humana en parte, y considero que yo tengo que ver con esos millones como lo tengo  con millones de hombres, y no como brutos o cosas inanimadas, veo que esa apelación es posible, en primer lugar y de forma instantánea, de ellos a su Creador y, en segundo lugar, de ellos a sí mismos. Pero si deliberadamente pongo las manos al fuego, no hay apelación al fuego, ni al Creador del fuego, y sólo yo tengo que culparme por ello. Si pudiera convencerme de que tengo algún derecho a estar satisfecho con los hombres como son, y tratarlos de acuerdo a eso, y no según mis expectativas y exigencias de lo que ellos y yo debemos ser, entonces, como un musulmán y fatalista, trabajaría por conformarme con las cosas tal y como están, y con decir que eso es la voluntad de Dios. Y, sobre todo, está la diferencia entre oponerse a esto o a una fuerza bruta y natural, y es que yo puedo oponerme a esto con algún efecto, pero no puedo esperar como Orfeo cambiar la naturaleza de las rocas, los árboles o las bestias. 

    No deseo pelear con ningún hombre o nación. No quiero pararme en pelos, hacer diferencias sutiles, o creerme mejor que los demás. Hasta busco, podría decir, casi una excusa para ajustarme a las leyes de la tierra. Estoy más que listo para amoldarme a ellas. Ciertamente tengo razones para catalogarme de este modo; y cada año, cuando el recaudador llega, estoy dispuesto a revisar las actas y la posición de los gobiernos nacional y federal, y el espíritu de la gente para aceptar el conformismo.
“Tenemos que querer a nuestro país como a nuestros padres. Debemos respetar los efectos y enseñar al alma asuntos de conciencia y religión, y no el deseo de dominio o beneficio”.
    Creo que el Estado pronto podrá quitarme esta carga de encima y entonces ya no seré mejor patriota que mis conciudadanos. Vista desde un mirador más bajo, la Constitución, con todas sus faltas, es muy buena; la ley y las Cortes muy respetables; aún este Estado y este gobierno americano son, en muchos aspectos admirables; y hay algunas cosas, que tantos otros han descrito, por las que agradecer; pero analizadas desde una perspectiva superior y aún desde la más alta, ¿quién dice lo que son o que vale la pena considerarlas o siquiera  pensarlas? 
 
    Con todo, el gobierno no me preocupa mucho, y pienso en él lo menos que puedo. No es mucho el tiempo que vivo bajo el gobierno, aún en este mundo. Si un hombre piensa libremente, sueña, imagina libremente, nunca estará por mucho tiempo de acuerdo con lo que no es como con lo que es, así que no puede ser interrumpido por gobernantes o reformadores obtusos. 

    Sé que muchas personas no piensan como yo, pero aquellos cuyas vidas, por obra de su profesión, están dedicadas al estudio de materias afines no me satisfacen casi en nada. Estadistas y legisladores, que están siempre de acuerdo dentro de la institución, nunca la ven clara y desnuda. Hablan de la sociedad en movimiento, pero no tienen lugar de descanso sin ella. Pueden ser hombres de cierta experiencia y discernimiento, y sin duda han inventado sistemas ingeniosos y útiles, que les agradecemos, pero todo su ingenio y utilidad reposa en límites estrechos. Olvidan que el mundo no está gobernado por los programas y la ventaja personal. Webster nunca se le enfrenta al gobierno, así que no puede hablar de él con autoridad. Sus palabras son sabiduría para aquellos legisladores que no contemplan reformas esenciales en el gobierno actual; pero para los pensadores y para aquellos que legislan para todo tiempo, Webster no acierta una. Conozco a aquellos  cuya serena y sabia especulación sobre este tema pronto les hará ver la estrechez del pensamiento y el pupilaje de Webster. 

    Con todo, comparado con los ordinarios alcances de muchos reformadores, y la aún más ordinaria sabiduría y elocuencia de los políticos en general, las de Webster son las casi únicas palabras razonables y valiosas, y le agradecemos al Cielo por él. Comparativamente, es siempre fuerte, original y sobre todo, práctico. Sin embargo, su cualidad no es la sabiduría sino la prudencia. La verdad de los abogados no es la Verdad, sino la consistencia o una conveniencia consistente. La Verdad está siempre en armonía consigo misma y no está interesada en revelar la justicia que pueda concordar con el mal obrar. Webster merece ser llamado, como lo ha sido, el Defensor de la Constitución. No se le pueden dar otros golpes distintos a los defensivos. No es un líder sino un seguidor. Sus líderes son los hombres de 1787. “Yo nunca he hecho un esfuerzo”, dice, “y nunca propongo hacer un esfuerzo, nunca he apoyado un esfuerzo y no tengo intención de apoyarlo para interferir el acuerdo inicial por el cual los diversos estados formaron la Unión”, y respecto de la aprobación que la Constitución otorgó a la esclavitud: “Puesto que era parte del paquete inicial...déjenla ahí”. A pesar de su agudeza y capacidad, Webster es incapaz de aislar un hecho de sus meras relaciones políticas, y verlo como se le presenta al intelecto – por ejemplo, qué incumbe a un hombre hacer aquí en América hoy respecto de la esclavitud – sino que se aventura, o es llevado a dar una respuesta desesperada a lo siguiente, pretendiendo hablar de forma absoluta y como individuo particular – de lo cual qué nuevo y singular se puede sacar a favor de la obligación social? “La forma”, dice, “ como los gobiernos de los Estados donde existe la esclavitud la regulen, está a su propia consideración, bajo la responsabilidad de sus constituyentes, según las leyes generales de la propiedad, humanidad y justicia y según Dios. Las asociaciones formadas en otra parte, salidas de sentimientos humanitarios, o por cualquier otra causa, no tienen nada que ver con ello. Nunca han recibido motivación de parte mía, y nunca la tendrán.” (Estos apartes han sido insertados, puesto que la conferencia fue leída. H.D.T.) 

   Aquellos que no conocen una fuente más pura de verdad, que no han buscado el manantial más arriba, se apoyan, y lo hacen sabiamente, en la Biblia y en la Constitución, y beben de ellas con reverencia y humanidad; pero aquellos que observan de donde esa verdad vierte gota a gota a este lago o a aquel estanque se amarran los calzones y siguen su peregrinaje hacia el nacedero. 

    No ha aparecido en América el genio legislador. Son raros en la historia del mundo. Hay oradores, políticos, y hombres elocuentes por miles; pero aún no ha abierto la boca el que tiene que formular las preguntas más molestas. Nos gusta la elocuencia en sí misma y no por la verdad que contenga o por cualquier acto heroico que inspire. Nuestros legisladores no han aprendido todavía el valor comparativo del libre cambio y la libertad, la unión y la rectitud hacia la nación. No tienen genio ni talento para hacerse preguntas humildes sobre impuestos y finanzas, comercio, manufactura y agricultura. Si se nos dejara sólo a la ingeniosa oratoria de nuestros legisladores del Congreso para guiarnos, sin la corrección de la experiencia niveladora y las quejas efectivas del pueblo, América no podría mantener su rango entre las naciones. Mil ochocientos años, aunque quizás yo no tenga derecho a decirlo, lleva escrito el Nuevo Testamento; y sin embargo, dónde está el legislador que tiene la sabiduría y el talento práctico para valerse de la luz que aquel irradia sobre la ciencia de la legislación. 

    La autoridad del gobierno – porque yo gustosamente obedeceré a aquellos que pueden actuar mejor que yo, y en muchas cosas hasta a aquellos que ni saben ni pueden actuar tan bien – es una autoridad impura: porque para ser estrictamente justa tiene que ser aprobada por el gobernado. No puede tener derecho absoluto sobre mi persona y propiedad sino en cuanto yo se lo conceda. El paso de la monarquía absoluta a una limitada, de la monarquía limitada a la democracia, es el progreso hacia el verdadero respeto al individuo. Hasta el filósofo chino fue lo suficientemente sabio para ver en el individuo la base del imperio. ¿Es la democracia que conocemos la última mejora posible de gobierno? ¿No es posible adelantar un paso en el reconocimiento y la organización de los derechos del hombre? Jamás existirá un Estado realmente libre e iluminado hasta cuando ese Estado reconozca al individuo como un poder más alto e independiente, del cual se deriva su propio poder y autoridad y lo trate de acuerdo a ello. Me complace imaginar un Estado que finalmente pueda darse el lujo de ser justo con todos, y que trate al individuo con respeto; más aún, que no llegue a pensar que es inconsistente con su propia tranquilidad si unos cuantos viven separados de él, no mezclándose con él, sin abrazarlo, pero cumpliendo con su obligación de vecinos y compañeros. Un Estado que produjera este fruto y lo entregase tan pronto estuviese maduro abriría el camino para otro Estado, aún más perfecto y glorioso, que yo he soñado también, pero que aún no he visto por ninguna parte.

Filosofighters

 
No sé si conocen este videojuego, el Filosofighters. Es buenísimo. Podrán ver a Platón lanzando cavernazos, San Agustín rayos divinos, Descartes planos cartesianos, Maquiavelo coronas principescas, Rousseau hombres salvajes, Marx hordas de comunistas, Nietzsche Superhombres y Simone de Beauvoir sujetadores.

19 jun 2012

Fragmentos geosféricos XXXVII


 

Amar

Actuar en la vida por Amor, ser radical por Amor y si tienen que caer grandes tótems por Amor, que caigan. Definiendo Amor como todo tipo de afección intensa a personas e ideas.

17 jun 2012

El acto de graduación del IES Misteri d'Elx, la censura y ejemplos de actos no democráticos

 
Ayer sucedió el acto de graduación en el IES Misteri d'Elx. Ese acto en el que los hechos finalmente han demostrado que el equipo directivo ha VETADO Y CENSURADO las palabras propuestas por Julia Gallego i Pérez, alumna de 2º de Bachillerato -excelente estudiante, matrícula de honor, querida por los profesores y por sus compañeros, además de una gran persona-. Ella, concienciada con la situación de la enseñanza pública, quería que, como alumna, se mencionara la preocupación que tienen ellos por la cuestión, ya que son los principales afectados. Para ello, se entrevistó con el director del centro, entregándole el texto. En esa entrevista, reconocido por el mismo director en reuniones posteriores, él argumentaba que no era el momento ni el lugar para que una alumna hablara de ese tema, delante de los padres. Desde ese momento, la profesora Marta Moreno Pizarro y una servidora hicimos una DENUNCIA PÚBLICA EN BLOGS Y REDES SOCIALES del acto de censura que se pretendía llevar a cabo con la alumna, así como del hecho de que esa censura viniese precisamente del hecho de que una alumna iba a hablar de los recortes.
Ese acto llevó al equipo directivo a la mal asesorada decisión de llamarnos al orden, pretendiendo abrirnos un EXPEDIENTE e interponernos una DEMANDA. Durante los últimos diez días la profesora Marta y yo hemos tenido reuniones en las que se nos ha acusado de INJURIAS –lo que se viene comúnmente llamando libertad de expresión-, intento de BOICOT del acto de graduación –vaya locura- y MANIPULACIÓN de alumnos -que yo sepa siempre he tenido el apoyo personal, entregado y verbalizado de la familia de la alumna para luchar porque se hiciera justicia con ella-.
El equipo directivo estaba especialmente ofendido porque pretendidamente quieren que los consideremos demócratas y concienciados con la causa de los recortes –y esa es la imagen que quieren ofrecernos con sus palabras-, pero sin embargo sus hechos dicen que NI SON DEMÓCRATAS NI ESTÁN CONCIENCIADOS CON LA CAUSA DE LOS RECORTES.
Voy a empezar por la última cuestión. El director en el discurso de graduación habla, entre otras cosas, de que los profesores debemos “FORMAR CIUDADANOS”. Cuando precisamente los hechos dicen que censura a una alumna que muestra conciencia ciudadana.
Seguidamente, alaba a la ESCUELA PÚBLICA y PARECE MOSTRAR en su discurso una preocupación por los recortes. Sin embargo, a lo largo de este año los actos de su equipo caminan en otra dirección. 

Les voy a poner por ahora DOS EJEMPLOS. Primero, la profesora Marta y yo en su día colgamos unos carteles en el centro en los que se mostraba el DINERO que debía la Conselleria al centro educativo (80.000 Euros) para que existiera esa conciencia ciudadana por parte de la comunidad educativa. Sin embargo, el día en que el INSPECTOR VINO A VISITAR EL CENTRO, el equipo directivo decidió RETIRAR LOS CARTELES de la puerta y aledaños, ¿con qué fin? Ustedes mismos pueden responderme.

OTRO EJEMPLO de acto “democrático” contra los recortes tuvo lugar el día en que, por petición de la mayoría del claustro de profesores, se convocó un CLAUSTRO EXTRAORDINARIO en el que se debían decidir qué medidas se tomarían como respuesta a los recortes. En ese claustro, los profesores eligieron por mayoría en primer lugar que nos RETIRÁSEMOS del programa de prácticas del Máster de Formación del Profesorado que organizaba la misma Conselleria. Y en segundo lugar, que el IES Misteri d’Elx saliera del PROGRAMA DE CALIDAD de la Conselleria. Ninguna de las dos propuestas fueron llevadas finalmente a cabo. Pero me centraré en la última. El programa de Calidad pretende reconocer al centro como CENTRO DE CALIDAD. Pero el claustro de profesores no queríamos que nos reconociera la Conselleria calidad alguna, cuando BAJO MANGA no pagaban el dinero debido a los centros educativos para el correcto funcionamiento de los mismos, decidieron no cubrir las bajas de profesores y nos bajaban los sueldos –y lo que estaba por llegar-. Tras ese claustro y tomando las decisiones por mayoría, el equipo directivo dijo que aquello en realidad era un SONDEO y que a fin de cuentas LAS DECISIONES DEL CLAUSTRO NO ERAN VINCULANTES. UN ACTO MUY DEMOCRÁTICO, ¡sí señor! Definitivamente habíamos estado allí tres horas para “tomarnos por el pito del sereno” y QUE SE HICIERA LO QUE ELLOS PRETENDÍAN HACER. Eso sí, también pretendían, al parecer, que guardáramos silencio, que no nos quejáramos de la mala gestión o que se nos coartase la libertad de expresión.

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Aquí les dejo el TEXTO que escribió la alumna, que además está en bilingüe haciendo honor a las dos lenguas de este lugar y que no fue leído:

"No ha sido un curso fácil para ninguno de nosotros, de eso no cabe duda, y no solo porque estuviésemos en segundo de Bachillerato y los agobios por los exámenes se nos amontonaran hasta dejarnos casi sin respiración; no somos los primeros que hemos pasado por eso, ni tampoco los últimos. Pero además de todo lo que conlleva el tan temido “Segundo de Bachillerato”, este año nos lo han puesto un poco más difícil. Me estoy refiriendo, cómo no, a los famosos recortes, a las tijeras que casi han sido el logotipo de este curso 2011/12.

Como sabemos la mayoría de los que estamos aquí, pues ha estado y está a la orden del día, la Generalitat no está pagando a los institutos ni colegios públicos del País Valencià- entre los que, por supuesto, se encuentra el nuestro- por lo que estos no pueden hacer frente a gastos tan cotidianos como las fotocopias, los folios o las tizas necesarios para las clases. Y además, por si no fuera poco, el gobierno español habla de esas reformas en educación que se llevarán a cabo -de forma más severa- próximamente, y entre las que se encuentran una reducción del profesorado, un aumento del ratio de alumnos por clase en secundaria y Bachillerato, entre otras que tienen que ver también con las Universidades y el aumento del precio de las matriculas de los grados.

Veréis, nos están recortando en educación, y la educación es cultura, y es que ¿qué es un país sin educación? Que venga cualquier político o “cargo importante”y me lo explique. Un país sin educación, o con un déficit de esta, es un país de incultura, un país de futuros necios, y lo que es peor, una juventud que el día de mañana no tendrá sus propios criterios ni pensará por sí misma, por lo que será fácilmente manipulada -a no ser que disponga del dinero necesario para acceder a una educación privada-.

Pues bien, desde aquí, los estudiantes nos hemos negado y nos negamos rotundamente a esto, y por ello, este curso se han convocado más huelgas y manifestaciones que nunca, en las que algunos de nosotros, apoyados y animados por algunas y algunos de las profesoras y profesores que hoy están ahí sentidos, hemos participado.

Creo que hablo en nombre de todos cuando digo que no queremos que se recorte en algo tan importante como es la educación, un derecho fundamental en una sociedad y un país desarrollado como en el que vivimos. Queremos una educación pública y de calidad -sin olvidarnos de en valenciano- y nos negamos a que la educación se convierta en un privilegio para los más ricos -como fue antaño-, ni tampoco un suplicio para los profesores, de los que no nos debemos olvidar. Esos profesores que ejercen su labor educativa y no son remunerados como merecen, y me refiero tanto a los profesores que verán disminuidos sus sueldos, como los futuros profesores -quizá nosotros- que veremos reducidas nuestras posibilidades para trabajar debido a los recortes y la reducción del profesorado de determinadas asignaturas.

Cabe decir además, que con estas protestas o reivindicaciones no pensamos solo en nosotros, pues tampoco ha sido una decisión fácil perder horas de clase en un curso tan importante por luchar por nuestros derechos. Pensamos también en los que vienen detrás, y a los que, tal vez, les espere un futuro más difícil que a nosotros. Por supuesto, no queremos que eso ocurra, y por eso, a pesar de todos aquellos que dicen que “no servirá de nada” o que “somos cuatro gatos” cuando vamos a manifestarnos, les diré que nos sentimos muy realizados con lo que hemos hecho este curso, y aunque seguramente conseguiríamos mucho más si nos uniéramos todos los que hoy estamos aquí (alumnas/os, madres/padres y profesoras/es), eso no es excusa para dejar de luchar. Y es que si lluitem podem perdre, però sinó estem perduts, así que, amigas/os, madres/padres, alumnas/os, profesoras/es, la lluita continua".

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"No ha estat un curs fàcil per a cap de nosaltres, d'això no hi ha dubte, i no solament perquè estàvem en segon de Batxillerat i els aclaparaments pels exàmens se'ns amunteguessin fins a deixar-nos gairebé sense respiració; no som els primers que hem passat per això, ni tampoc els últims. Però a més de tot el que comporta el tan temut “Segon de Batxillerat”, aquest any ens ho han posat una mica més difícil. M'estic referint, com no, a les famoses retallades, a les tisores que gairebé han estat el logotip d'aquest curs 2011/12.

Com sabem la majoria dels quals estem aquí, doncs ha estat i està a l'ordre del dia, la Generalitat no està pagant als instituts ni col·legis públics del País Valencià- entre els quals, per descomptat, es troba el nostre- pel que aquests no poden fer front a despeses tan quotidianes com les fotocòpies, els fulls o els guixos necessaris per a les classes. I a més, per si no fora poc, el govern espanyol parla d'aquestes reformes en educació que es duran a terme -de forma més severa- pròximament, i entre les quals es troben una reducció del professorat, un augment del ràtio d'alumnes per classe en secundària i Batxillerat, entre unes altres que tenen a veure també amb les Universitats i l'augment del preu de les matricules dels graus.

Voreu, ens estan retallant en educació, i l'educació és cultura, i és que què és un país sense educació? Que vinga qualsevol polític o “càrrec important”i m'ho explique. Un país sense educació, o amb un dèficit d'aquesta, és un país d'incultura, un país de futurs necis, i el que és pitjor, una joventut que el dia de demà no tindrà els seus propis criteris ni pensarà per ella mateixa, per la qual cosa serà fàcilment manipulada -tret que dispose dels diners necessaris per accedir a una educació privada-.

Doncs bé, des d'ací, els estudiants ens hem negat i ens neguem rotundament a això, i és per això que aquest curs s'han convocat més vagues i manifestacions que mai, en les quals alguns de nosaltres, recolzats i animats per algunes i alguns de les professores i professors que avui estan allí asseguts, hem participat.

Crec que parle en nom de tots quan dic que no volem que es retalle en una cosa tan important com és l'educació, un dret fonamental en una societat i un país desenvolupat com en el qual vivim. Volem una educació pública i de qualitat -sense oblidar-nos d'en valencià- i ens neguem al fet que l'educació es convertisca en un privilegi per als més rics -com va ser antany-, ni tampoc un suplici per als professors, dels quals no ens hem d'oblidar. Aquests professors que exerceixen la seva labor educativa i no són remunerats com mereixen, i em referisc tant als professors que veuran disminuïts els seus sous, com els futurs professors -potser nosaltres- que veurem reduïdes les nostres possibilitats per treballar a causa de les retallades i la reducció del professorat de determinades assignatures. 

Cal dir a més, que amb aquestes protestes o reivindicacions no pensem solament en tan sols, doncs tampoc ha estat una decisió fàcil perdre hores de classe en un curs tan important per lluitar pels nostres drets. Pensem també en els que vénen darrere, i als quals, tal vegada, els espere un futur més difícil que a nosaltres. Per descomptat, no volem que això ocorra, i per això, malgrat tots aquells que diuen que “no servirà de res” o que “som quatre gats” quan anem a manifestar-nos, els diré que ens sentim molt realitzats amb el que hem fet aquest curs, i encara que segurament aconseguiríem molt més si ens unírem tots els que avui estem aquí (alumnes, mares i pares i professores i professors), això no és excusa per deixar de lluitar. I és que si lluitem podem perdre, però sinó estem perduts, així que, amigues i amics, mares i pares, alumnes, professores i professors, la lluita continua".


10 jun 2012

Fragmentos geosféricos XXXVI


La noción de autoridad de los "niños de la ESO"

Quieren que seamos reverentes, complacientes, silenciosos. Quieren que acatemos órdenes sin juicio crítico. Quieren llamarse democráticos, pero pretenden conservar la noción de autoridad del autoritarismo. Aluden a las instancias superiores pidiendo auxilio para que se vuelva a sacar alguna ley que rescate esa noción de autoridad. Volvamos a la época de la vara, pero diciendo que es una herramienta de flexibilización para el rescate.
Los tiempos han cambiado. Ellos se equivocan. Los que llaman "niños de la ESO" y "padres Petit-Suisse" no son maleducados por naturaleza, lo veo cada día en mis aulas y en mí misma, sino que verdaderamente han estado educados en una democracia. Y eso significa básicamente que tienen una noción de autoridad democrática. ¿En qué consiste? La autoridad en la democracia sobreviene cuando se tiene un respecto moral hacia la otra persona. Y el respeto moral, quien tiene la autoridad debe mostrarlo a través de la dignidad personal. A fin de cuentas, ya no se tiene miedo al castigo, ¿por qué hay que obedecer a órdenes directas impuestas? Se obedece si quien da la orden, porque está en un rango de autoridad por encima de uno, muestra que tiene coherencia con su propia orden.
Por ejemplo, ¿qué autoridad puede tener un presidente del gobierno que dirige un país en el que vende a los ciudadanos la historia de que estamos en crisis y hay que recortarse y apretarse porque no hay dinero, cuando su sueldo y el de sus allegados no los recorta, e invierte más del doble del dinero recortado a los servicios públicos en rescates de bancos? 
O ya más a un nivel biográfico personal, ¿qué autoridad tiene quien dice respetar la libertad de expresión cuando elige en su "feudo" quiénes pueden expresarse?

9 jun 2012

Minervita se hace libre

Minervita tiene casi 11 meses. Ya está comenzando a tener "cerebro" y tomar decisiones. Se sube por todos los lados sin miedo alguno. Hace unos 10.000 movimientos por minuto. Necesita de una mirada atenta en todo momento que la coja cuando va a caer por un precipicio. Sin embargo, esa mirada debe ser verdaderamente generosa, porque ya no puede ordenarle sus deseos. Minervita tiene la suerte de que el movimiento le está dando autonomía, y que por mucho que le propones hacer algo que no quiere, se escapa gateando. Es agotador, mucho más que cuando era más pequeña, pero es inmensamente satisfactorio ver que interactúa y se expresa con esa autonomía y libertad de la que se está apropiando. NO HAY NADA MÁS BELLO QUE VER QUE SE AYUDA A UNA PERSONA A HACERSE ELLA MISMA Y LIBRE.

8 jun 2012

Bankia. Desobediencia civil


Me encantan estos gestos de desobediencia civil ante la aplicación de leyes ilegítimas. ¡Bankia! Pues Bankia.

Solidaridad y apoyo de Francisco Jarauta. Contra los recortes

 
Aquí les dejo las palabras que Francisco Jarauta, Catedrático de Filosofía de la Universidad de Murcia, me ha escrito y permitido divulgar sobre su apoyo y solidaridad ante la amenaza de expediente por parte del equipo directivo de mi centro educativo (IES Misteri d'Elx) por haber difundido en mi red social privada el veto que se hizo a una alumna para que en el discurso de graduación de 2º de Bachillerato hablara, entre otras cosas, de los recortes en educación: "Quiero decirte que estoy muy orgulloso de ti, de tu generosidad, de tu radicalismo, de la defensa que haces de los derechos de unas ideas y de unas personas, de tu forma de compromiso con los valores que hemos hecho nuestros y de los que no abdicaremos nunca".

6 jun 2012

Fragmentos geosféricos XXXV

 
Hedonismo
una de las mejores cosas que aporta la edad es que uno se puede declarar abiertamente hedonista sin tener que dar explicaciones a mentes "pro sufrimiento" sobre sus deseos y sobre por qué o cómo disfruta la vida.

5 jun 2012

Minerva guerrera y justiciera

 
Me derrito con esta mirada de pilla, guerrera, justiciera e inquisidora. Minervita, ¡sé fuerte! Crece con mucha personalidad. Te hará falta para sobrevivir con dignidad en esta vida.

Interinos, ratio y animales de granja

 
Me parece vergonzoso en los tiempos que corren, en los que a partir del curso próximo 30.000 interinos se van a quedar en paro, que en el sistema educativo español ocurran cosas como que los profesores de religión sean financiados públicamente en un Estado laico, y que, además, vayan a tener excepciones con respecto al resto de profesorado contratado, cobrando el verano e incluso librándose del aumento del horario lectivo: http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/06/02/galicia/1338660832_736004.html


Y también me parece vergonzoso, y creo que deberíamos hacer más hincapié en ello, que los alumnos el año próximo, al aumentar la ratio -número de alumnos por aula- vayan a tener menos espacio en el aula que el regulado por ley para los animales de granja -gallinas ponedoras, vacas y cerdos-: http://profesorgeohistoria.wordpress.com/2012/06/05/la-granja-de-wert/

PERO ¿EN QUÉ SOCIEDAD VIVIMOS?

3 jun 2012

Fragmentos geosféricos XXXIV


Incógnitas 

Me gusta hacer el camino de Murcia a Elche por carreteras secundarias. El gran paseo por la Vega Baja a velocidad de Thelma y Louise y con las ventanillas abiertas. Es un paisaje especial. A veces me recuerda a la parte oeste de Sicilia. En otras al desierto sirio. Imaginaba tener un descapotable. Así, y con esa música country, he visitado algunos institutos de la zona. ¿Cuál me acogerá el año próximo en estas épocas de recortes? ¿Cuál arrullará nanas? Vuelve la pequeña incertidumbre, y, aunque cueste sentimentalmente dejar de trabajar en Elche, en el fondo vivir con alguna que otra pequeña incógnita por resolver siempre me ha agradado.