11 jun 2015

Fragmentos mamíferos XCV



Las costumbres

El ser humano se bandea entre desear y rechazar las costumbres. Cuando estamos desarraigados las necesitamos, como un hálito que da seguridad. Entonces sabemos que, pase lo que pase, al repetirse la cotidianeidad, "estamos a salvo". Los niños, grandes necesitados de seguridad, las adoran. 
Sin embargo, en ocasiones las costumbres se arraigan tanto que son como el caparazón de una tortuga. Las cargamos y no podemos plantear una forma de vida de otra manera. Actúan ya como neurosis para nosotros. Y nos pueden cegar, porque son como el peso de la historia. Recuerdo cuando estuve viviendo en Roma: su historia es hermosísima, llena de colores, con monumentos a todo el recorrido de la humanidad occidental, pero a veces tan anclada que impide el paso a la modernidad, y por eso en vez de coger el tren uno debe conformarse con arrastrar sus zapatos por los Sanpietrini.

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