Feliz no-cumpleaños
Hoy
todavía no es mi cumpleaños, ni siquiera voy a cumplir una cifra
significativa, 31, ¡vaya número!, sin embargo creo que estoy en el
momento más hermoso y verdaderamente humano de mi vida hasta ahora. Y
por eso, porque considero que uno recibe del mundo lo que fomenta, creo
que he tenido tres de los mejores regalos de no-cumpleaños que me han
hecho nunca. Han sido lenguajes.
Unas palabras de amor
de mi abuela Nieves en una postal de la catedral de Albacete en las que me
decía qué siente al pensar en mí. Unas palabras de amor de mi maestro Paco
por teléfono en las que me expresaba todo lo que he significado para él
como alumna y persona. Y, por supuesto, esa inmensa sonrisa de felicidad pura e inocente, y esos brincos de placer por verme de mi sobrina Minerva cuando me saludó.
Disculpen las confesiones, pero cabalgo más allá
de la emoción.
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