Atardeceres violeta
Hay discursos sin labia. Son los discursos con labios. Hay fuerzas centrífugas, centrípetas, que en lugar de azotar arrullan. Hay éxtasis sin embriaguez, elixires ni moderados ni venenosos. Hay momentos, instantes, vivencias cuya belleza es sostenida, perdura. Y se van convirtiendo en ritmo cotidiano. Son aquellos que llenan el pecho de mariposas. Los vivimos pocas veces en la vida, sólo cuando fluimos y nos dejamos dar. Sin embargo, su hermosura tiñe los atardeceres de violeta.
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