8 ene 2016

Fragmentos utópicos VIII



Mi madre

He tenido la inmensa fortuna de tener una madre. Pero no solo una madre según la biología, sino una de esas que ejerce de madre. De esas que cuida de ti, que te mima, que se complace siempre en dedicarte tiempo y esfuerzo, no solo dinero o supervivencia. Una de esas madres que busca tu felicidad, que te abraza, te arrulla y a la que nunca molesta tu presencia. De esas que aunque tengas 34 años y lleves viviendo casi 20 fuera de casa, te llama cada día, te pregunta cómo estás, qué tal te ha ido, qué has comido. De esas que cuando vas a verla, te echa siempre algún tupper para que en algún pequeño momento de tu existencia puedas seguir saboreando sus deliciosos platos. Pero, además, he tenido la suerte de tener una madre con la que he compartido viajes fascinantes, conversaciones amigables y alguna cerveza, sin dejar de ser madre, sin pretender ser tu amiga. 
He tenido la suerte de tener una madre como la que si yo fuera madre me gustaría ser. Una madre a la que admiro moralmente. Y eso es imbatible. Ni siquiera la muerte podría combatir tal experiencia. Porque allá donde voy, puedo ser yo, fundamentalmente, porque tengo una madre así. Y esto no es un milagro, sino que tras todo ello habitan conscientes decisiones en ocasiones difíciles por parte de mi madre de ser la madre que es. Y eso, entiéndanlo, requiere por mi parte y, sin dudarlo un momento, afán, dedicación y respeto.

2 comentarios:

Maxi Soriano dijo...

Sé de lo que hablas, yo también conozco a alguien así.

Maxi

NSN dijo...

Y también conoces a algún padre así