1 jun 2017

Fragmentos utópicos XVIII


Reflexiones en torno a Confucio

Brilla. Es la luz del verano. Deslumbra de belleza cada rincón. La luz vibra. Es una onda expansiva. Sucede al abrirse al mundo. Los sentidos pueden percibir lo que antes pasaba desapercibido. Esa pequeña araña que anida paciente en el balcón esperando la llegada del mosquito. Protege. El escarabajo volador herido. Las golondrinas que celebran con danzas la caída de la tarde. Todo huele. Huele el estar primitivo en el mundo. Huele para dejarnos guiar por aquello que nos gusta. Como el feto que sabe a qué huele el cuerpo de la madre.
Abiertos al mundo, desnudos, con los roles de 36 años de vida caídos. ¿Quién soy? No alcanza el corazón a responder. Tan solo lo que fuimos sirve de guía para saber lo que no queremos volver a acunar. La gran revolución de la vida. La caída del tótem. El cuestionamiento sensitivo del tabú. El momento en el que nuestra máscara se hace añicos y podemos por fin vivir en armonía con el cosmos, con lo que somos, con los que nos rodean (Ren).

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