"¡Cuán evidente es en esta vida que el arte produce y manifiesta realidades!" -se decía Teresita a sí misma mientras escalaba por una deslizante pared de azulejo en la que le costaba llegar arriba.
Hacía unos días, en un lugar muy extraño, casi diríamos lleno de piedras melancólicas del pasado, al que le hacían llamar Segóbriga, Teresita, que es una apasionada melancólica por las demás civilizaciones, sobre todo las que fueron del pasado, se encontró con un ser muy extraño. Mira que estaba prohibido caminar por encima de las piedras de lo que había sido el foro, mira que había unas vallas que impedían el acceso, sin embargo Teresita, pensando del lado de la teoría de que las ruinas son para tocarlas, porque ahí tocaron nuestros antepasados, saltó y trepó y reptó hasta meterse allí donde todo era insólito y recóndito. Entonces, sin esperarlo, Teresita vio detrás de una roca que asomaban unos pinchos parecidos al material del que están hechos los sombreros de Vietnam. Se acercó sigilosamente y allí estaba, de pronto surgido detrás de la roca, Pinchitos, un híbrido del arte que caminaba entre lo tradicional y lo contemporáneo, entre el arte manual y el arte tecnológico. Pinchitos, a pesar de su aspecto extrañamente monstruoso, era peculiarmente delicado, y se acercó a Teresita para darle un beso en su mejilla (y mira que fue difícil encontrar la mejilla de una lagartija), y le dijo que había oído en algún lugar lejano, allá donde en la cartografía se llegan a los confines del universo, que en Tabarca había una comunidad de Tucanes y demás seres revolucionarios, y que quería pertenecer a ella. ¿Cuál será su función?, se preguntaba Teresita, sin embargo se dio cuenta de que revolucionario ya era aquél que mezclaba, desde el arte, una reivindicación entre el pasado y el futuro que a fin de cuenta crea y produce realidades. Así fue como Pinchitos regresó con Teresita, montados en Pitifú, y cómo regaló Pinchitos a Teresita una capa roja en la que ponía las siglas STB (Súper Tere la del Barrio).
2 comentarios:
¡Qué feliz estará Pinchitos ahora que puede ver volar a Teresita con su recién estrenada capa roja! Pensará,¡ya no habrá pared de azulejos que se le resista! Y no es que antes se le resistiesen tantas... (de hecho yo no conozco ninguna).
Y paseará orgulloso entre las rocas de Tabarca, sabiendo que en cualquier momento se la podrá encontrar jugueteando mientras cumple solícita, alguna des sus innumerables tareas en pro de la revolución.
Y es que, ciertamente, el arte (entre otras pocas cosas), confiere super-poderes, tiende puentes extremadamente útiles para recorrer territorios que pertenecen al pasado y al futuro, pero sobre todo dan sentido a los del presente.
Parabéns!!!
¡Vaya qué feliz hace la presencia de Pinchitos a la ranita Juani!
No sé que me da que se van a hacer muy amigos.
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