Viento y Tierra
Las tormentas de la gota fría son brutales en la zona del sur Mediterráneo. De alguna forma se tiene que compensar el extremo calor del verano para señalar la llegada del otoño. Llueve y se inunda todo en cinco minutos. En el fondo es Yin y Yang y sus descompensaciones para equilibrarse.
Todo está en desequilibrio en este momento ahí fuera, climatológicamente. Por eso hay ahora más que en otras épocas buscar y reforzar el propio anclaje, la raíz, la unión con la tierra. Así, por muchos torbellinos externos, uno puede seguir en su sitio, y seguir recordando cuál es su sitio y por qué. Y es que en ocasiones el viento desestabiliza.
Si me ven por la calle mientras llueve a mares cargando de alguna manera con mi bici, dejen de preguntarme por qué lo hago. La razón es la que les he dicho. Es en mí costumbre desplazarme en bici, es mi ritual, es mi raíz. No quiero que las tormentas y vientos externos deshagan esa raíz. Por eso la llevo. Podré conducirla o no dependiendo de cuánto llueva. Podrá lo externo momentáneamente llevarme a adaptar la relación conmigo misma y mis costumbres, pero no puedo permitirme que me arrebate esa raíz. Aunque sea de la mano, necesito caminar por las calles con mi bici.
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