Tu circunstancia, mi circunstancia, tus leyes, mis leyes, tus costumbres, las mías, tu cuerpo y el mío, el nosotros. Es en ese momento de diálogo en el que a partir de él todo fluye. El nosotros. Ese espacio que brota, sin palabras, cuando no hay condicionantes, y que finalmente acaba por decir que la vida no es solo tuya o mía, aunque siga siendo tuya y mía.
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