5 nov 2007

Viena


Existe un antes y un después de Viena. Un antes que se componía de las experiencias ya vividas en la vida, tan diversas como la sociedad y la realidad misma. Sin embargo, como ocurre cuando se viaja, se ve y se expone uno a la alteridad en todas sus consecuencias, Viena marca uno de los lugares importantes de una vida. Sí, una ciudad que quizás pasa desapercibida entre las rutas turísticas masificadas, una ciudad que, si se visita, se hace en uno de esos paquetes prefabricados unida a Praga y Budapest. Sin embargo, ella en sí, de por sí y para sí necesita un tiempo de inmersión en el que sólo podamos ver y sentir sus calles, su arte, su arquitectura, su libertad.
Recordamos su historia, recordamos la historia de su cultura, recordamos aquel Mozart que vivió cercano a la plaza del Stefandom, recordamos su Beethoven, su Gustav Mahler, y comenzamos a sentir la música que adorna cada paseo en esa libertad tan peculiar que caracteriza la ciudad. Y caminamos entre un urbanismo resolutivo que nada tiene que envidiar al París de Haussmann. Aquella Ringstrasse que marca el camino de la antigua muralla medieval. Y pensar que en esos caminares, entre unos lugares y otros se acunó la cultura del fin-de-siècle. Para un amante del arte, poder observar con detalle en el Kunsthistoriches Museum La Torre de Babel de Bruegel el Viejo, Los Tres Filósofos y la Laura del Giorgione, es un punto en la formación que ya no nos deja comprender el arte como lo comprendíamos antes. Todo cambia de color cuando se observan los Schile del Leopold Museum, los Kokoschka, o los maravillosos Klimt que adornan tan revolucionariamente el Palacio del Belvedere. Sí, como cuando uno ve el edificio crítica al clasicismo de Adolf Loos en la MichaelerPlatz justo de frente del palacio imperial. "A cada época su arte, y a cada arte su libertad", expresa la fachada principal del edificio de la Secesión de Olbrich cercano a la Karlsplatz. Justo de frente de una de las iglesias barrocas más bellas, y mirando de cerca los pabellones para el metro de Otto Wagner. Sí, así es, a cada época su arte, a cada época su forma de expresión propia, miradas siempre desde la libertad.
Así es Viena, tan libre dentro de los modelos, tan modelada desde la libertad.

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