Galleria Nazionale d'Arte Moderna e Contemporanea
Los siglos XIX y XX no son italianos. El caparazón del arte antiguo aprisionó tanto la libertad interior, que los modos de expresión sólo pudieron ser imitativos. Imitativos de aquello que sucedía en París, en Viena, en Berlin, en Nueva York. Italia no puede llegar a ser moderna en arte. La sed utópica del corazón, el devenir de Ulises, el grito desgarrado de protesta, acaban tamizados no por la consideración de la Antigüedad como cultura, sino por el respeto a sus cánones, a sus tradiciones, que son ya estructura ósea de otra época.
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