20 abr 2010

"María Vallina". Accademia delle Accademie. Exposición Complesso Monumentale di Santo Spirito. Roma 26-30 mayo


María Vallina vierte fragmentos de cuerpo. Es el lenguaje pictórico el que sublima el paso de la Historia en los restos. Richard Sennett -Carne y piedra- apuntaba que existe una relación directa entre ciudad, arte, urbanismo, literatura, y el propio ser humano que los crea. Roma es un caparazón de piedras. Nos llegan con ellas retales de otras formas de vida que tornamos a habitar, con otros cuerpos. Somos más jóvenes que Nerón, la Historia es más anciana y resabiada que la loba que alimentó a Rómulo y Remo. Osamos indagar en los restos cuál era el tocado de la Venus Esquilina. Mientras, podemos acariciar su sexo, todavía presente a nuestro tacto. Buscamos lamer los cabellos del torso del Belvedere, danzando en el aire vacío que deja la ausencia.
El paso del tiempo cambia la piedra que crearon formas de vida antiguas. Dicen que tanto ha llovido. Ese cambio crea una tensión esencial en el concepto de belleza. Sentimos bella una columna corintia, aunque estén fragmentadas su hojas de Acanto, porque sabemos que era bella según el canon de la época. Somos ciegos al fundirnos con ella. Sin embargo, su belleza es proyecto de un imaginario cultural. Ya no sigue más canon que el de su propia monstruosidad histórica. Es violenta su tensión esencial.
El gesto pictórico es elección biográfica de María Vallina. Con él expresa el sentimiento de Historia que pervierte normas, que revive y arrebata formas de vida. Tiempo y espacio se comprimen y explotan en un río de sangre y óleo.

Nieves Soriano Nieto

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