26 dic 2011

Fragmentos geosféricos V


Lección XVI para una samurai

Solemos asociar la Tierra a la gravedad y al peso. Así, concebimos la vida terrenal como una vida grave y pesada. Todo aquello que tiene que ver con la levedad, por contra, se asocia a altos vuelos. Y aquello que tiene que ver con la marea al océano.
Sin embargo, la vida geosférica puede llegar a plantearse de otra forma, como la asociada a la existencia del individuo que posee dos características: el instinto y la raíz.
El instinto es el impulso que constantemente nos hace saber qué necesitamos. Al hilo de tal temática siempre me sorprende observar cómo los seres humanos, muchos, hemos/han perdido la capacidad instintiva, para camuflarla, maquillarla o enmascararla. Es de la vida terrenal estar anclado en el deseo, porque es lo que nos hace alcanzar lo que necesitamos. Y lo que necesitamos es lo único que puede darnos felicidad y hacernos llevar una vida concorde los la estructura ósea del cuerpo.
Pero no sólo somos deseo fisiológico. El ser humano, en tanto que pensante, también tiene una estructura ético-moral. Entiendo la ética como esa raíz que nos hace vivir una vida terrenal y que no hemos heredado, sino construido a través de la experiencia. Son esos preceptos que hacen al individuo coherente, es decir, que lo hacen actuar conforme a sus ideas. Al hilo de tal temática siempre me sorprende observar cómo los seres humanos, muchos, hemos/han desechado el hecho de construir tal estructura, viviendo así la vida como un río en el que cada acto se escapa sucediendo un siguiente y un siguiente y un siguiente, llegando a no tener sabor a madurez de unas ideas. Tener ideas y actuar de forma coherente con respecto a ellas, haciéndolas estar ancladas a la base en el instinto es lo único, pues, que puede alcanzar a darnos la felicidad. Y esto no es más que la sabiduría. La sabiduría se alcanza a través de la navegación y proporciona esa levedad enraizada. La sabiduría nos hace libres, porque a través de ella elegimos lo que deseamos hacer a cada paso, de acuerdo al instinto y a las ideas. Entre estas ideas, se halla la idea del otro.

2 comentarios:

Maxi dijo...

Recibo esta lección recordando esto:
"En el pensar: libérrimo, en el decir: mesura, y en el hacer: lo que quieran los que me quieren". No es mala fórmula para el estar en los otros.

Maxi

NSN dijo...

Sabias palabras, papi. Gracias.