La mamá Julia
Mi hermana es madre de una niña que apenas acaba de cumplir cuatro meses. Cuatro inmensos e intensos meses de esa maravillosa criatura, Minerva, a la que he tenido la suerte de vivir y convivir de muy cerca, pudiendo no sólo amar sus cosas positivas, sino también las preocupaciones alimenticias y del cuidado.
Mi hermana, Julia, es hermana mía pequeña, 16 meses más joven que yo. Aunque no lo crea, ella tiene ya casi 30 años. Cuando se quedó embarazada, la noticia fue impactante para mí. Impactante porque realmente nunca había pensado que llegaría el momento en el que ella tendría una criatura. Pero no sólo eso, sino porque una servidora, acostumbrada como hermana mayor a abrir los caminos hacia las posibilidades, por primera vez no había hecho absolutamente nada para que ella pudiera tomar esa decisión. Sí, era la primera vez que yo no me sentía para ella en algo con la responsabilidad de ser el modelo o patrón. Julia había hecho un camino a su manera, sin poder ni siquiera fijarse en mí.
Sentí un gran alivio y a la vez una gran desazón. El alivio me hacía libre y me hacía poder quedar en otro plano más relajado. Ahora no era yo modelo, sino que en algo por fin podía ser ella modelo para mí, en tanto que lo había comenzado ella como tarea antes que yo -y de qué manera tan eficaz y bien resuelta-.
La desazón me abrió al miedo: ¿Realmente mi hermana pequeña había dejado de ser pequeña? ¿Esa feliz niña sonriente, aparentemente tranquila, a la que siempre había protegido, y que silenciosamente había siempre hecho lo que le decía su instinto -por no decir lo que le salía la real gana-, desaparecería?
Llevo cuatro meses en los que, aunque parece que observo sólo a su hija, la observo a ella también muy detenidamente. Y realmente me he dado cuenta de que mi hermana, como madre, ha vuelto a ser todavía más niña y más entrañable. Cuando la observo jugar con su hija sin lenguaje hay algo en mí, una inmensa felicidad entrañable, que se remueve en el corazón. Como si yo, aunque sin memoria de aquella época, recordase de forma inconsciente, casi física, esos momentos en la que nosotras nos comunicábamos de niñas sin lenguaje.
1 comentario:
Gracias mi amiga, mi hermana, mi cómplice, mi guía, mi incondicional, mi apoyo, compañera de mi vida, mi familia, mi consejo, mi risa, mi regocijo, mi mía, mi todo.
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