Sustantivo tabú
Duele dentro, intenso, profundo. Rasga, araña como el grito sin consuelo de una vida que no tuvo cabida, pero luchó por aferrarse. Ese dolor intransferible. Esa angustia que no acaba de ahogarse, que no fenece, que regresa una vez, otra vez, otra. La eterna pregunta. ¿Cuándo acabará esto, cuándo? La eterna respuesta de una silenciosa tormenta de arena. Es la única palabra que directa invita al llanto. Como ese sustantivo que uno acaba tornando tabú.
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