Catarsis farnese
Un paseo en la bravura por la Galleria Farnese. La arquitectura guarda, anuncia con pequeños gestos. Caminar desde el claustro va pareciendo ser. Un hálito de misterio narrado desde mares azules. ¿Será el Hércules farnese? ¿Será la escultura de la Abundancia? Caminar sala tras sala entre medias lunas. Y al final del sendero, en el momento en que ya se ha desesperado y se dejó de buscar, aparece desnuda la verdad. Annibale Carracci danza entre dioses y héroes griegos. ¡Uau! ¡Qué sincera honestidad me pierde entre tantos colores! Si fuese todavía niña podría permitirme errar corriendo sin rumbo por la sala hasta expresar tal catarsis estética. La luz de la rendija en la ventana cegaba. Era Polifemo. Era Hércules. Era Galatea. Era Dionisos. Ese baile de cuerpos fragmentados, torsiones, fugas rosadas felices. Lamía los estruendos de la sangre. Entonces fui Carracci. Comprendí que todo aquello, todo, estaba comprimido en el corazón.
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