12 jun 2014

Fragmentos mamíferos XXIV


Brasas

Cuando el cuerpo marca el ritmo lento, resulta imposible desobedecerle. Ese ritmo es brutal, intrínseco. Tiene una fuerza que ninguna conciencia puede contrarrestar. Es estar más acorde con la naturaleza, con lo físico, con el estar. Es alejarse del deseo, del proyecto, del sueño ajeno. En ese momento solo se puede desear lo que desee el propio cuerpo. Sin embargo, como somos también conciencia, ese ritmo lento deja su poso melancólico. Porque quisiéramos poder rendir en los exámenes de alemán, hacer la forma de 108 de Tai Chi, hacer medias, ponernos y quitarnos las medias, pero ha llegado el verano de la vida. En él todo es y sólo se es, se es corazón.

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