Estos días, hasta el 23 de mayo, podemos ver en el Museo del Prado de Madrid el magnífico recorrido por la obra de Tintoretto a través de la exposición temporal que ha recogido los momentos fundamentales de su obra.
Comenzando con un mapa de Venecia, representado a la forma de la cartografía japonesa, el autor queda invitado a visitar los puntos claves de esa ciudad en los que podría realizar un recorrido de la misma a través de la obra de Tintoretto. Así, el pintor, queda ya manifiesto, vivió y pintó en Venezia. Concretamente en la misma época en la que lo hizo Tiziano, y a la sombra del mismo.
Y entonces comienzan los óleos a brindar sensaciones a los sentidos, metáforas al pensamiento. Desde el Autorretrato de 1546-1547 de un Tintoretto joven hasta el Autorretrato de 1588 de un Tintoretto de edad avanzada, se desarrolla el universo del pintor a través de las salas, pudiendo ser recorrido múltiples veces, desde diferentes miradas.
La tónica común del pintor se desarrolla desde el ámbito de lo aporético. Y es en el juego de las contradicciones, en el de exponer juntos los contrarios, desde donde trabaja sus lienzos. Óleos de la más inmensa perfección del gusto en la belleza, poseen, en algún rincón, un lugar para lo oscuro, para las sombras, para lo monstruoso, para lo que está más allá, y de lo que no habla lo clásico, ni la razón. Una mano imperfecta en un retrato perfecto, un cuerpo perfecto con una cara mal conseguida. Y ésa es la filosofía que nos presenta Tintoretto, siendo la misma la que guía los diferentes recorridos de las distintas miradas.
Podemos, por ejemplo, hacer el recorrido a través de sus mujeres, desde las que centran la escena de La última cena de la Chiesa di San Marcuola en Venecia, hasta el Retrato de dama de luto (Dresde, Gemäldegalerie Alte Meister), la que escapa de la batalla en San Jorge y el dragón (Londres, The National Gallery) hasta la maravillosa Susana y los viejos (Viena, Kunsthistorisches Museum) que inspiraría los cuerpos de Rubens y de las mujeres orientales de Ingres.
También podríamos hacer el recorrido por sus escenas bíblicas, o bien por sus escenas de la mitología clásica, pero nunca sin olvidar que se convirtió en uno de los pintores más avezados en representar, desde lo clásico, lo que está más allá, la otra cara que no proporciona la pintura estática canónica, aquella forma que en el Laoconte era capaz de representar el dolor, la que en Pontormo nos hacía ver el interior melancólico de los sujetos, la que, siglos después, en Delacroix, pudo expresar, desde la revolución de lo clásico, cuáles fueron las inquietudes del Romanticismo.
También podríamos hacer el recorrido por sus escenas bíblicas, o bien por sus escenas de la mitología clásica, pero nunca sin olvidar que se convirtió en uno de los pintores más avezados en representar, desde lo clásico, lo que está más allá, la otra cara que no proporciona la pintura estática canónica, aquella forma que en el Laoconte era capaz de representar el dolor, la que en Pontormo nos hacía ver el interior melancólico de los sujetos, la que, siglos después, en Delacroix, pudo expresar, desde la revolución de lo clásico, cuáles fueron las inquietudes del Romanticismo.
4 comentarios:
Hermoso paseo por las obras de este autor veneciano que con sus cuadros nos mostraba ventanas de su cuidad y de su alma dualista que transita entre la sombra y luz. Es una interesante filosofía de la que todos poseemos un fragmento. Ojala pudiera verlo en su exposición madrileña contemplar sus cielos plagados de nubes turbias, sus colores difuminados marcando los claros y oscuros, la teatralidad de sus figuras, el impacto ensordecedor de sus escenas…
Gracias por este bello homenaje a este celebre pintor y por traernos la brisa veneciana de sus dibujos
Rosa de curiosa mirada, gracias a ti por las incondicionales respuestas que dejan el sabor intenso del aprendizaje, la empatía, la humanidad.
Este domingo visite la exposicion, ... y su recorrido por las calles de esa ciudad italiana. No es uno de mis grandes pintores, yo no soy tan figurativa..., pero realmente sorprende sobretodo el colorido conseguido en los ropajes, haciendo un homenaje a sus raices, como buen hijo de un profesional de los tintes...
Tienen algo los pintores italianos de esa época que dejan un sabor extraño. Quizás traten temáticas que estén alejadas de las que nos preocupan hoy día, son temáticas de la sociedad de la época, sin embargo, cuando uno va aprendiendo y leyendo para aprender cómo mirarlos, se da cuenta de cómo fueron grandes maestros de la revolución de la pintura, y de cuánto bebemos de la pintura de esa época. Me alegra que te haya gustado la exposición.
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