Durante el mes de junio del 2007 tiene lugar en Murcia el Festival Punto y Aparte, organizado por Jorge Martínez, y que trata como temática este año la Violencia. En él se celebran una serie de eventos culturales y artísticos de toda índole que giran en torno a la violencia: exposiciones, coloquios, conferencias, proyecciones de documentales, obras de teatro, viñetas, etc, que recorren toda la ciudad, teniendo como lugar de origen el Centro Párraga, y tratando temas como Guantánamo, la violencia de las urbes, la violencia en los medios de comunicación y la publicidad, etc.
Con él se apuesta una vez más en la cultura y en el arte por decir y pensar los problemas que tienen que ver con realidades del presente, y que afectan a un futuro. No es una forma de idealizar la cultura y el arte, para salirse de una realidad desgastada, sino que se ahondan los pasos con pisadas de lucha por conseguir que esa realidad se diga, se piense en su verdadera forma, dándose maneras de mirarla y cambiarla para el futuro.
Para una información más detallada sobre el programa y las intenciones y tomas de posición consulten:
http://www.festivalpuntoaparte.com/2007/index.htm
Por ahora, por las palabras que iluminan y abren camino, les dejo con las siguientes, que constituyen el texto inaugural del Festival Punto y Aparte, y que son una forma de toma de posición ante los problemas de la realidad presente:
Difícil pensar la historia humana sin introducir como principio interpretativo la acción de lo que Walter Benjamin ha llamado "carácter
destructivo". El carácter destructivo sólo conoce una consigna: hacer sitio; sólo una actividad: despejar. Simplificando el mundo a la
escala de sus intereses, entra en escena con la voluntad de dominio que Nietzsche anunciara. A veces se ampara en una extraña
conciencia del hombre histórico, cuyo sentimiento fundamental es una desconfianza invencible respecto al curso de las cosas.
Frente a tal sentimiento, se afirma como principio de seguridad futura. El silencio cómplice acompaña sus actos.
Todas las filosofías juntas han sido incapaces de estigmatizar el miedo a la muerte. Se impone como destino inexorable. Pero son
distintos el tiempo de la vida y el de la muerte. Y aquella muerte que se impone representa la violación más alta del derecho. Kafka
relata aquella forma de culpa que acompaña al silencio frente a este dolor. Y Ferdinand Bordewijk, , en Blokken, creará la escena de todos
los silencios, Contra ellos, de Bataille a Blanchot o Hanna Arendt, crecerá la larga imprecación contra el silencio. Para unos y otros,
la razón del pensamiento es hacer frente al destino.
Contra el silencio, el espasmo contagioso del horror. Figura y desfigura. Nace del gesto violento de la carne, refugio último frente a la muerte.
El sufrimiento no es la más humana de las experiencias, como pudo pensar Dostoievski, ni la más animal, en una especie de límite en el que vida y muerte se dan la mano. Es la conciencia de un tiempo último, sin regreso, la que precipita el grito del dolor incomparable. Es el teatro de la vida en el que se escenifican una y otra vez los rituales de la violencia, con los que el carácter destructivo se autolegitima. Una violencia que atraviesa la historia, anulando el tiempo de la dignidad humana y su condición moral inabdicable. Frente a ella queda el grito del dolor y la lucha en defensa de
un lugar humano más allá de todo tipo de dominación.
Francisco Jarauta
3 comentarios:
Bueno, Nieves, tendremos que meter las narices en el "Punto y aparte". Acertadísima la cita de mi querido Jarauta.
Compruebo una vez más que entre blogs andan las cabezas más valiosas de la red. Felicidades y abrazos.
Muchas gracias por tu comentario. Nos veremos por el festival, y a ver si las cabezas nos sugieren nuevas ideas.
Creo que vas al Zalaca, porque saqué tu blog de tus comentarios al de Patricio Peñalver, gran parroquiano. Quizás también nos veamos por allá, porque soy aprendiz de parroquiana. No sé si te conoceré por la foto de tu blog. De todos modos, hablaremos.
Salud, amigo.
Me temo que por la foto no me conocerás demasiado, jajajaj. No nos parecemos demasiado. De lo que estoy seguro es que, a menos que vistas de Kill Bill, ¡yo no te reconoceré a ti!
Salud, aprendiz de parroquiana.
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