De vampiros y oseznos
Desde mi punto de vista, existen dos modelos de funcionamiento en las relaciones entre seres humanos, con sus tonos de gris de por medio. El primero es el modelo que podríamos llamar vampiro. Y el segundo es el modelo que podríamos llamar osezno.
El modelo vampiro es el que más se estila en las sociedades de la velocidad. Está marcado por el evidente interés del sujeto por sí mismo, que modela sus relaciones en base al egoísmo, a la competitividad, la envidia, la impostación de una máscara constante y el deseo-frustración de poseer lo que le rodea.
El modelo osezno es el estilo más clásico, entendiendo por ello más cercano desde mi punto de vista a la propia naturaleza del ser humano. Está marcado por un equilibrio entre el interés del sujeto por sí mismo y la consideración de la existencia del otro. Éste modela sus relaciones en base a la ley del juego limpio, la sana admiración de la sabiduría, tratando de eliminar el uso de una máscara constante para apostar por la muestra de la forma de ser intrínseca a cada cual. Es un modelo basado en el respeto, cuyo deseo viene considerado motor generatriz de vida eludiendo la posesión.
Si alguna vez se encuentran en la situación de comenzar cualquier relación social -seguramente se encontrarán en diversas ocasiones cada día-, hagan la prueba de establecer el modelo vampiro o el modelo osezno.
Por mis observaciones, sucede que cuando jugamos al estilo vampiro, la tranquilidad de la relación social se establece rápidamente. La máscara compartida por la mayor parte de la sociedad crea ese espíritu de relajación ante lo desconocido. Ahora bien, sucede también que las relaciones sociales establecidas según este modelo son ese tipo de relaciones que nunca llevarán a ningún puerto más que el propio estar-ahí, y son las menos duraderas en el tiempo.
Sin embargo, cuando se juega al estilo osezno, cuesta más establecer esa tranquilidad de la relación, dado que la ausencia de máscara no se encuadra dentro de parámetro social alguno. Pero una vez se consigue, en tanto que no ha sido construida en base a ninguna impostación, su duración es prolongada, y su base es un asentamiento positivo.
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