Ética estética
Las fronteras del arte son como las fronteras de la escritura. La única posibilidad para saber que se camina, aunque sea un paseo a ciegas, por el lugar artístico o literario es crear un lenguaje. El arte, pues, no versa sobre la belleza, sino sobre la posibilidad de expresar o pervertir la misma a través de ese lenguaje. Éste es personal, propio, como el jardín híbrido de la cultura en el individuo. El lenguaje no sólo se atiene a contenidos, sino a formas. Mezclar el verbo de la ausencia de cánones es la única manera posible de ejercer éticamente la tarea artística o literaria. Todo lo demás resulta tan irrespetuoso como irrespetable. Repetir movimientos es volar la danza de la esencia imitativa. El arte sin lenguaje es como la memoria histórica digerida velozmente sin comprensión. En ella no cabe más que la posibilidad de idolatrar símbolos, someterse a Colosos o quemar la esencia del ser humano. Somos posibilidad y deber de palabra.
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