Conjúguese los pensamientos II
Sobre el uso de la lengua, deberíamos, como tarea ética, insistir en remarcar que la aparente inocencia del mismo no es más que una repetición de lo que hemos aprendido a lo largo de nuestra educación. Hablamos a través de estructuras de pensamiento cultural. Pensamos a través de estructuras lingüísticas de una cultura.
Sin embargo, cabe preguntarse ¿somos los seres humanos meros reproductores de estructuras culturales perfiladas a través de la lengua? Nosotros hemos aprendido una cantidad de posibilidades gramaticales y de vocabulario que pueden expresar un mismo concepto o hecho. Ustedes podrían designar un mismo objeto al decir "caca" que al decir "heces". Sin embargo, de entre tales combinaciones, cada ser humano acaba eligiendo una, con la que hace público su pensamiento. Esta elección, en tanto que va acompañada por un acto -el decir- tiene dos implicaciones fundamentales:
La primera es que en lo que uno diga, está implicado lo que uno es, porque de entre las posibilidades que tenía para decir algo eligió una, que es la que considera concorde consigo mismo y con el contexto.
Y la segunda es que existe una responsabilidad civil sobre la palabra. Es decir, cada cual es responsable -debe responder- de lo que dice, en tanto que la elección de entre las posibilidades de lenguaje procede de uno mismo. No es lo mismo que uno de mis alumnos trate de insultar a otro que lo ha violentado llamándole "enano" que diciéndole "podrías caber en la papelera". A fin de cuentas se expresa lo mismo, pero de forma diversa.
En suma, la forma del "decir" es igual de importante que lo que se diga, en tanto que expresa lo que uno es y cómo afronta la vida, su relación consigo mismo y su relación con los demás. Sobre esos tres polos existe una responsabilidad civil, y, por tanto, una capacidad de juicio crítico práctico -en términos de Kant-.
La reflexión siguiente gira en torno a ciertas perífrasis verbales. El estandarte ético sería "Mata las perífrases aspectuales ingresivas antes de que te ingresen en la muerte ellas a ti".
Las perífrasis verbales ingresivas son las que se construyen con el "ir a" + infinitivo o el "estar a punto de" + infinitivo. A fin de cuentas, son usos gramaticales del lenguaje que nos indican que una acción va a suceder en poco espacio de tiempo.
Cuando uno utiliza tales perífrasis verbales de manera constante pueden ocurrir dos hechos:
1. Imagínese que usted se pasa el día diciendo "Voy a estudiar". Cuando está estudiando expresa "Voy a merendar". Cuando está merendando se le ocurre "Voy a llamar por teléfono a Mª Concepción". Cuando habla con Mª Concepción piensa "Voy a llamar a Mª Pilar", etc. Al final sucede que usted vive su presente en base a futuros inmediatos que hace suceder para seguir pensando en futuros inmediatos. En suma, usted acaba con el "Yo soy yo y mis circunstancias" que decía Ortega y Gasset para encuadrar su vida en el "Vivo sin vivir en mí" de Teresa de Cepeda y Ahumada (alias Santa Teresa).
2. Por no decir cuando usted utiliza tales perífrasis verbales aspectuales ingresivas para predecir futuros que todavía no han sucedido, y que, como causa de su predicción permanente, acaban por suceder. Hecho que después podría utilizarse para confirmar la predicción que realizó la perífrases susodicha. Así la vida es un bucle de futuros inmediatos provocados por pasados que caen como losas en su presente.
Pongamos un ejemplo muy habitual. Dos personas se conocen. Se conocen cuando llevan recorrido ya un camino de su vida. Cada una de esas personas tiene una historia y un pasado a sus espaldas. Pasado que en ocasiones no ha sido feliz en algunos aspectos -ya que como bien ustedes saben la vida es un constante ensayo-error para ir eligiendo lo que realmente a uno le llena-. Imaginemos que ambas personas han tenido alguna o varias experiencias negativas desde el punto de vista amoroso o amistoso en su pasado -cosa también muy habitual y humana, por cierto-. Imaginemos que, en base a su experiencia pasada, comienzan a predecir el futuro de su experiencia presente. Dice así una de ellas: "Te voy a hacer daño". Dice así la otra: "Esto va a acabar mal". Dice así la anterior: "Es que al final vas a desaparecer de mi vida". Y la otra, y la una, y la otra... llenando el presente de perífrasis verbales ingresivas. A cada uso de las mismas, la losa de cada pasado, desde los inicios de la civilización micénica, se impone sobre el presente para precipitar un futuro imposible.
¿Estaba acaso lloviendo cuando se comenzaron a utilizar las perífrasis ingresivas de "Va a llover"?
Sin embargo, cabe preguntarse ¿somos los seres humanos meros reproductores de estructuras culturales perfiladas a través de la lengua? Nosotros hemos aprendido una cantidad de posibilidades gramaticales y de vocabulario que pueden expresar un mismo concepto o hecho. Ustedes podrían designar un mismo objeto al decir "caca" que al decir "heces". Sin embargo, de entre tales combinaciones, cada ser humano acaba eligiendo una, con la que hace público su pensamiento. Esta elección, en tanto que va acompañada por un acto -el decir- tiene dos implicaciones fundamentales:
La primera es que en lo que uno diga, está implicado lo que uno es, porque de entre las posibilidades que tenía para decir algo eligió una, que es la que considera concorde consigo mismo y con el contexto.
Y la segunda es que existe una responsabilidad civil sobre la palabra. Es decir, cada cual es responsable -debe responder- de lo que dice, en tanto que la elección de entre las posibilidades de lenguaje procede de uno mismo. No es lo mismo que uno de mis alumnos trate de insultar a otro que lo ha violentado llamándole "enano" que diciéndole "podrías caber en la papelera". A fin de cuentas se expresa lo mismo, pero de forma diversa.
En suma, la forma del "decir" es igual de importante que lo que se diga, en tanto que expresa lo que uno es y cómo afronta la vida, su relación consigo mismo y su relación con los demás. Sobre esos tres polos existe una responsabilidad civil, y, por tanto, una capacidad de juicio crítico práctico -en términos de Kant-.
La reflexión siguiente gira en torno a ciertas perífrasis verbales. El estandarte ético sería "Mata las perífrases aspectuales ingresivas antes de que te ingresen en la muerte ellas a ti".
Las perífrasis verbales ingresivas son las que se construyen con el "ir a" + infinitivo o el "estar a punto de" + infinitivo. A fin de cuentas, son usos gramaticales del lenguaje que nos indican que una acción va a suceder en poco espacio de tiempo.
Cuando uno utiliza tales perífrasis verbales de manera constante pueden ocurrir dos hechos:
1. Imagínese que usted se pasa el día diciendo "Voy a estudiar". Cuando está estudiando expresa "Voy a merendar". Cuando está merendando se le ocurre "Voy a llamar por teléfono a Mª Concepción". Cuando habla con Mª Concepción piensa "Voy a llamar a Mª Pilar", etc. Al final sucede que usted vive su presente en base a futuros inmediatos que hace suceder para seguir pensando en futuros inmediatos. En suma, usted acaba con el "Yo soy yo y mis circunstancias" que decía Ortega y Gasset para encuadrar su vida en el "Vivo sin vivir en mí" de Teresa de Cepeda y Ahumada (alias Santa Teresa).
2. Por no decir cuando usted utiliza tales perífrasis verbales aspectuales ingresivas para predecir futuros que todavía no han sucedido, y que, como causa de su predicción permanente, acaban por suceder. Hecho que después podría utilizarse para confirmar la predicción que realizó la perífrases susodicha. Así la vida es un bucle de futuros inmediatos provocados por pasados que caen como losas en su presente.
Pongamos un ejemplo muy habitual. Dos personas se conocen. Se conocen cuando llevan recorrido ya un camino de su vida. Cada una de esas personas tiene una historia y un pasado a sus espaldas. Pasado que en ocasiones no ha sido feliz en algunos aspectos -ya que como bien ustedes saben la vida es un constante ensayo-error para ir eligiendo lo que realmente a uno le llena-. Imaginemos que ambas personas han tenido alguna o varias experiencias negativas desde el punto de vista amoroso o amistoso en su pasado -cosa también muy habitual y humana, por cierto-. Imaginemos que, en base a su experiencia pasada, comienzan a predecir el futuro de su experiencia presente. Dice así una de ellas: "Te voy a hacer daño". Dice así la otra: "Esto va a acabar mal". Dice así la anterior: "Es que al final vas a desaparecer de mi vida". Y la otra, y la una, y la otra... llenando el presente de perífrasis verbales ingresivas. A cada uso de las mismas, la losa de cada pasado, desde los inicios de la civilización micénica, se impone sobre el presente para precipitar un futuro imposible.
¿Estaba acaso lloviendo cuando se comenzaron a utilizar las perífrasis ingresivas de "Va a llover"?
No hay comentarios:
Publicar un comentario