¿Minotauro o laberinto?
Reflexiones en torno a la esencia y la apariencia
Reflexiones en torno a la esencia y la apariencia
El hilo de Ariadna fue salida del laberinto para Teseo después de matar al Minotauro. En pos de la moral, de nuevo la mitología construye dos barreras de complejidad para la consecución del Bien común. Lo aparentemente complejo se presenta como lo más sencillo, y viceversa.
El Minotauro, que surge en la clarividencia como un monstruo antropófago al que nadie antes de Teseo ha conseguido vencer, cae en su espada con más facilidad de la esperada después de conocer sus antecedentes. Es decir, la sencillez para vencerlo es, para el lector, abrumadora. Es abrumadora si, al continuar conociendo, pensamos que la tarea más complicada será la de regresar del laberinto en el que Teseo se ha introducido para poder asesinar al monstruo que no dejaba libre a su tierra natal.
Ahí es donde interviene Ariadna. No cabe olvidar que, desde el punto de vista filosófico, ella es la clave del relato de Teseo y el minotauro, dado que es mujer modelo del conocimiento intuitivo para los griegos. Preveyendo que la complejidad no vendría de lo que aparentemente resultaba monstruoso, sino que se hallaría camuflada tras la máscara que lograse hacerse pasar desapercibida, con una pequeña creación técnico-artística -el hilo-, salva a Teseo de la red de de dificultades en las que estaba inmerso, y con el fin de hacer que lograse triunfar el Bien común.
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