A mi maestro
Pasa el tiempo y sigue ahí. Como esa pequeña presencia silenciosa que va más allá del espacio y el tiempo. Pasa el tiempo y sigue ahí. Y regresan las tardes de paseos por París. Y las noches en el Cinéma Racine. Los sueños del Café Flaubert. Los paseos en bicicleta por el Malecón. Las comidas en casa de su familia.Cuando en aquel tiempo lloraba por la enfermedad de su amada. Si supiera cuánto la ama, guardaría en silencio el hipopótamo de madera africano en el cajón de sus sueños.
Pasa el tiempo y sigue ahí. Me vio crecer y sigue ahí. Las horas se suceden con aquella verdad propuesta de la fraternidad en el jardín del verbo.
2 comentarios:
¡Qué bellas palabras llenas de grandes afectos!
Un abrazo.
Gracias, Pilar. ¡Qué menos que esas palabras para un maestro! Besos.
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