Ayer descubrí gracias a una compañera de trabajo a Aleah Chapin, que me ha dejado impactada. Ha sido como una conjunción de astros, porque precisamente llevábamos en clase de alemán toda la semana debatiendo sobre nuestro concepto y modelo de belleza. Y, sí, descubrir a Aleah Chapin ha supuesto un impacto, porque es como si diera voz a lo que llevo toda mi vida pensando y sintiendo con respecto a la belleza.
Aleah Chapin muestra la belleza de los cuerpos que la sociedad intenta esconder: cuerpos envejecidos, cuerpos enfermos, cuerpos cicatrizados, cuerpos de mujeres embarazadas... Porque la sociedad vende el modelo del cuerpo bello como el cuerpo joven y delgado. Y esto, en suma, no es un absoluto, porque la belleza está en lo que cada cual llegue a apreciar como bello. Vivirlo como un absoluto nos aprisiona en una cárcel del tiempo, contra el cual por mucho que queramos no podemos luchar.
Esta semana en la clase de alemán nos hizo la profesora elegir, entre varios rostros, el que nos parecía más bello. Y elegí el rostro de una señora mayor que parecía feliz y dulce. A mí siempre me han gustado los cuerpos y los rostros de las mujeres mayores, porque me siento poderosamente atraída por las arrugas. Las arrugas son los signos de la vida. Y en ellas podemos ver el dolor, la felicidad, la tristeza de cada persona. En ellas se observa fácilmente cómo la persona es interiormente, cómo se vive. En realidad, las arrugas hacen a las personas mayores más transparentes. Y esa transparencia me seduce. Me seduce que uno pueda observar en el otro no solamente la parte festiva, alegre que vende la sociedad del ensalzamiento de la juventud, sino también sus heridas, sus debilidades, sus congojas, sus enfados, sus iras, en suma, su humanidad.
Porque los seres humanos no somos robots, no me seduce que la sociedad se maquille y disfrace las emociones y sentimientos.
Las cicatrices es otro punto que me parece poderosamente atractivo, porque en ellas también están los signos de la vida unidos a los de la enfermedad. Y la enfermedad, que también se esconde en esta sociedad por miedo a parecer débiles siguiendo la teoría de la eterna juventud, me parece muy atractivo que se exteriorice, porque, al igual que las arrugas, habla de una parte de la humanidad, la fragilidad, que al mostrarla supone abrirse al otro.
Aleah Chapin aúna todo este discurso. Y les invito verdaderamente a observar su obra con detenimiento: http://www.aleahchapin.com/
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