2 feb 2007

A la memoria de Bertrand Russell


Un día como hoy, en 1970, falleció el gran filósofo, matemático y activista Bertrand Russell, y a él desearía hacer este homenaje, porque fue una de esas personas completas, que se cultivan y luchan por cultivar un mundo más justo.
Los que hemos estudiado filosofía lo conocemos en una faceta muy parcial de su inmensa vida, la escritura de los Principia Mathematica junto a Whitehead, con el que desarrolló la importancia de la lógica para la matemática. Pero, después de la experiencia de la Gran Guerra, pasó a ser un gran activista a lo largo de su vida, llevó su filosofía desde el ámbito de lo formal al ámbito de la ética y la política. Militó de pacifista durante la Primera Guerra Mundial, lo cual le llevó a la cárcel, y militó a favor de la proliferación de las armas para la lucha contra el fascismo en la Segunda Guerra Mundial, lo que también lo encerró en prisión.
En 1962, con 90 años, medió en la crisis de los misiles de Cuba para evitar que se hiciera efectivo el ataque entre las dos grandes potencias de la Guerra Fría.
Fue un gran avanzado para la época, apostando porque las relaciones sexuales fuera del matrimonio fuesen aceptables, ya que la fidelidad es una de esos corsés que da una forma que no habla de lo humano ("Matrimonio y moral". 1929)
También luchó por la causa feminista, abogando por la igualdad y el derecho al voto femenino en el Reino Unido, mientras era miembro del Partido Liberal, escribiendo en 1910 el artículo "Anti-suffragist anxieties" en el que ridiculiza la opción interna de los hombres que se oponían a esa igualdad.

He extraido aquí uno de los textos más maravillosos que he leído nunca, escrito en su Autobiografía tres años antes de su muerte. Es un balance maravilloso de lo que ha sido la vida, su vida, de cuáles han sido sus tres grandes preocupaciones y luchas: El conocimiento, el amor y la humanidad. Y esas son las tres luchas que desearía compartir en la vida con los amigos, sí, esos tres espacios planteados desde el principio de la revolución, y hechos palabra por Russell:

Tres pasiones, sencillas pero abrumadoramente intensas, han regido mi vida: el anhelo del amor, la búsqueda de conocimiento y la compasión insoportable por los sufrimientos de la humanidad. Estas pasiones, como fuertes vientos, me han llevado de aquí para allá, siguiendo un rumbo caprichoso, por encima de un hondo océano de angustia, hasta llegar al borde mismo de desesperación. He buscado el amor, en primer lugar, porque procura éxtasis, un éxtasis tan intenso que a menudo habría sacrificado todo el resto de mi vida por unas pocas horas de ese placer. Luego lo he buscado porque alivia la soledad, esa terrible soledad en la que tu conciencia estremecida mira por el borde del mundo el frío e insondable abismo sin vida. Lo he buscado, en fin, porque en la unión del amor he visto, como en una miniatura mística, la visión que prefigura el cielo imaginado opr los santos y poetas. Eso es lo que he buscado y, auqnue pueda parecer demasiado bueno para la vida humana, eso es lo que, por fin, he encontrado. Con identica pasión he buscado el conocimiento. He deseado comprender los corazones de los hombres, saber por qué brillan las estrellas, y he intentado entender el poder pitagórico por el que el número domina el flujo. Algo de esto pero no mucho, he conseguido. El amor y el conocimiento, en la medida en que eran posibles, me conducían hacia los cielos, pero siempre la compasión me hacía volver a la tierra. Los ecos de los gritos de dolor reverberan en mi corazón. Niños con hambre, víctimas torturadas por opresores, ancianos desamparados que son una carga odiosa para sus hijos, y todo el mundo de soledad, pobreza y sufrimiento constituyen una burla de lo que debería ser la vida humana. Ansío aliviar el mal, pero no puedo, también sufro. Ésta ha sido mi vida. Creo que ha merecido la pena vivirla, y la viviría gustosamente de nuevo si se me ofreciera la oportunidad.

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