20 feb 2007

Reflexiones desde Spinoza


La animalidad que desfigura los rostros es la que habla de lo interno. El sexo habla de nosotros, de lo que somos, sin ningún tipo de corsés ni formas ni objetos de lujos, es por eso que el gesto se deshace y quiebra, porque ese gesto es forma, es una manera de estar que nos hemos puesto desde fuera, es algo que tiene que ver con cosas externas, con cómo interpretamos el mundo y cómo deseamos que nos vean. Hay personas que desean ser vistas de forma más sensual, otras de forma más infantil, otras, otras... Cuando se deshace el gesto es cuando realmente en ese sentido somos libres, porque somos como somos, sin necesidad de las máscaras que creamos y nos crean en el día a día. Si algún día consiguiésemos construir nuevos lenguajes más auténticos, que hablasen del ser humano como es, sin necesidad de cubiertas ni encubiertos, si algún día pudiésemos hablar de nuestras debilidades sexuales, de nuestros deseos, sin necesidad de establecer criterios estrictos que atrapen rígidamente las relaciones humanas, la vida sería vida humana, y las relaciones serían relaciones humanas. Luchemos por decir lo que llevamos dentro, luchemos por escuchar y que se esuche lo que los humanos tenemos dentro, tan sólo en ese momento podremos hablar de amor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Somos lo que dicen los espejos.
Y, al mismo tiempo,
somos los espejos de los otros.
Esperamos del azar caer en un laberinto amable
de miradas amigas que nos contruyan
una arquitectura
con la que podamos desayunar
cada mañana.
Somos esas figuras diminutas
que habitan la retina de los ojos hermanos.
Prestamos, también,
nuestras linternas mágicas
para que cada uno se encuentre arropado
en su noche estrellada...
iluminado del calor de las miradas.

NSN dijo...

Es maravilloso tu poema, papá, es maravilloso sentir cómo un solo poema tan intuitivo y directo, tan sincero y sensato acaba con su fuerza hasta con la ética con los pilares más fuertes. Eso es el amor.