14 may 2011

Historias para Minerva II


Lola la Calamara nadaba un día chiquitina buscando tesoritos antiguos en un barco fenicio hundido hace muchísimos años. Mientras buscaba tesoritos le gustaba tararear la canción "Let it be" de The Beatles. Sabía que cuando llegaba la palabra "sabiduría" encontraba un tesorito luminoso, así que no tenía por qué preocuparse. Y ahí estaba, un sábado cualquiera nadando sin hacer burbujas. No hacía burbujas para no espantar a sus amigos los corales, tan preciosos, pero que se asustaban con el ruido del aire en el agua. De repente, mientras tarareaba en el púnto álgido de su emoción, percibió un brillo metálico inaudito. Nunca había visto nada igual. Un brillo metálico al que sucedió un movimiento de aguas casi sísmico. Se agarró con la patita suelta que se dejaba del quiqui al viejo mástil del barco fenicio. Cuando acabó la marea y el mareo, allí estaba, Katanita. Katanita era una pececita de colores  dulce y con un corazón inmenso, con el pelo muy largo, liso y con una katana por boquita. Al verla, todos creían que le gustaba cazar utilizando su katanita, y que luego se comía los bichejos que cazaba. Pero ella era herbívora, y jamás había matado a nadie con la katanita. Sólo la utilizaba para montar a sus amiguitos -que ella elegía muy selectivamente-, en el filo y llevarlos de paseo por los antiguos barcos hundidos llenos de tesoritos.

2 comentarios:

Julia Gallego i Pérez dijo...

Katanita, nuevo personaje de Historias para Minerva, ¡qué privilegio! Muchas gracias, he de decirte que poca gente la conoce tanto en tan poco tiempo.
Por cierto, me suena esa imagen ;)

NSN dijo...

Simplemente hay que tener un poquito de ojo sensible para ver el trasfondo de Katanita. Y, es más, ¿cómo Katanita no va a formar parte de las historias que relate a Minerva, si es pura ternura, como las historias para niños?