Todavía recuerdo aquella primera clase en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Murcia con Javier Moscoso en la asignatura Historia de la ciencia. Corría el año 1999. Una servidora acababa de hacer un bachillerato científico-técnico en Albacete. Eso significan años de ciencia y más ciencia. Y en una mañana, a las 9 de un lunes de septiembre, Javier Moscoso nos leyó un fragmento del Marqués de Sade, un ilustrado. Todos los años de ciencia se quebraron. La ciencia era mucho más que fórmulas, sino las ideas del mundo que estaban detrás de esas fórmulas.
Desde ese momento, he sido fiel seguidora de sus clases y escritos. Lo considero uno de los grandes intelectuales del panorama filosófico español. El gran impacto fue su libro Materialismo y religión. Ciencias de la vida en la Europa ilustrada.
Y hoy apenas acabo de conocer su publicación Historia cultural del dolor. Todavía no lo he leído. No puedo decirles nada. Sólo que doy fe de antemano, por mi lealtad a su intelecto, que será un libro que marcará su visión del dolor de forma radical.
Años después, concretamente este verano, pude conocerlo como persona,
como padre ocupado de su hijo, como marido, como gran corazón. Por lo que la lealtad a su persona se une a la lealtad a su intelecto. Se lo recomiendo vivamente.
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