Perfume dominical
Ese olor del domingo. El olor a avena del tiempo distendido. Ese perfume de rincones vertebrados, de tiempos inolvidables, de tiempos quizás que olvidar. Las horas sensitivas. Las horas de infancia. El tiempo del recuerdo. Este lecho que podría hablar de tantas cosas: enfermedades, abortos, desamores, amores. El olor del domingo es inolvidable. Sin embargo, tan solo aparece el domingo al atardecer. Parece cada vez que el tiempo es infinito, que no acaba. Pero al final acabamos vencidos por el deseo que nos arrulla para verternos en otro ciclo más del metrónomo de la vida.
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