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Abres los ojos. Estás en una maraña, quizás enredada en un lugar que sabes tiene salida, que sabes que el tiempo deshará. La sed de vivirlo todo, de hacerlo todo, en ocasiones lleva a callejones a los que no se les ve salida. Te pierdes entre tantas fechas, tareas, compromisos. Te preguntas constantemente qué hago aquí. Es esto lo que quiero. Cómo he llegado a tal cantidad de estrés.
Y conoces la respuesta. Sabes que has llegado ahí porque tras años de vivir sin fuerza por una enfermedad, ahora la has recuperado. Sabes que la vida es tan breve que en cualquier instante se puede perder. O que en cualquier instante el cuerpo puede postrarte. Y sabes que te has dejado llevar sin barreras, sin límites, disfrutando de cada cosa que la sed del corazón te decía.
Has pasado de un extremo al otro. Pero este extremo desgasta tanto que sabes que el cuerpo acelerará el momento de pararte.
Sabes que vivir como si la fuerza fuese infinita es una falacia. Y buscas el equilibrio. Ahora, desde dentro, entre tanta maraña de fechas, tareas, compromisos, buscas un imposible. Primero has de encontrar la salida. Y luego, cuando sientas que es el lugar de pararse, pararte.
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