13 oct 2011

Fragmentos luminosos LXXXIX

 
Cultivar II

A raíz de una pregunta que me hicieron los de 2º de la ESO en Educación para la Ciudadanía sobre si la palabra "Cultura" y "Culturismo" significan los mismo en origen, comencé a adentrarme más en el término latín "Cultus".
Porque, a su vez, "Cultivar" también contiene esa misma raíz. Así como también la palabra "Culto" en el sentido connotativo de adoración a la divinidad. 
Si "Cultura", "Culturismo", Cultivar" y practicar el "culto" tienen la misma raíz en su origen, la reflexión comienza a tornarse interesante. 
"Cultus" significa "cuidado, veneración, devoción". En este sentido, el derivado de practicar el culto es prácticamente algo lógico. Ahora bien, ¿qué tiene que ver tal término con "cultura" y "cultivar"? Cultura y cultivar van unidos en el sentido de que adquirir cultura es una forma de cultivarse. O sea, que ambos términos hacen referencia a un mismo hecho, que tiene que ver con el quehacer del ser humano de cara al jardín, la plantación.
Nosotros podríamos de forma intuitiva realizar tal relación. Ahora bien, les pregunto ¿cómo entendemos hoy día el término cultivar? ¿Cómo transmitimos a los alumnos aquello que tienen que hacer para cultivarse?
Inmediatamente, como si se tratase de un concepto cultural interpuesto entre nosotros y el jardín, nos viene a la mente el hecho de que cultivar es una forma de practicar la veneración, la devoción y el cuidado paciente con el fin de recoger, en un futuro, unos frutos del jardín que cultivamos. El hecho de estudiar enseñamos sea para algo, para recoger en un futuro ese título que nos permitirá capitalizar los años de devoción, veneración y cuidado paciente. Y este título expresará, de cara al mundo laboral, aquello por lo que hemos estado años trabajando.
Es decir, asociamos inmediatamente el hecho de cultivar y cultivarse con el fin de la recogida de los frutos. 
Ahora bien, yo les pregunto, ¿qué sucede si, tras años de cultivo, uno no acaba recogiendo fruto alguno? Es decir, ni acaba por tener títulos ni por capitalizar materialmente los años de devoción. Inmediatamente la tragedia se suma al pensamiento. Y se asocia a sentimientos de pena y compasión por la víctima de tales eventos vitales.
Con esto quiero decir que, si tan sólo entendemos el término "cultivar" en base a los fines de recolecta, y en tanto que existen altas probabilidades de que la cosecha nos salga fallida porque no depende tan sólo del control del sujeto, quedamos inmediatamente vencidos por la incertidumbre, el caos y el azar al que estamos sometidos diariamente.
Sin embargo, existen otras formas de plantear el cultivo, que también están en el término del latín antiguo "Colere" (honor, aprecio), y que parece que la historia de nuestra cultura ha dejado a un lado. ¿No podríamos pensar que cultivar o cultivarse, como tarea y no en base a sus frutos, puede tener un valor personal de dignidad -en tanto honor- y aprecio a lo que se hace a uno mismo y a otros? Es decir, ¿no podríamos tratar, como hace la cultura japonesa, el jardín como quehacer y no como finalidad? ¿Qué es más importante, venerar, cuidar y mostrar devoción en base a las naranjas que yo recoja de mi naranjo o en base al hecho de que cada día a mi naranjo lo trato con la máxima veneración, cuidado y devoción que puedo ofrecerle, me dé o no naranjas?
Piénsenlo, porque en ocasiones estudiamos sólo para aprobar, y no por el hecho de hacernos más hermosos -virtuosos, honrados-. También es en base a la relación que tengamos con el cultivo como creo pensamos las relaciones humanas. Cualquier persona que tenga un hijo comprende los términos de dedicación, cuidado y devoción como tarea, no como fin. Pero esto ya es tema de otro ensayo.

2 comentarios:

Julia Gallego i Pérez dijo...

Per a que després diguen que "segones parts mai van ser bones". No sé si em quede amb "Cultivar" o "Cultivar II". En tot cas, dóna gust llegir coses així, de vitat.

NSN dijo...

Gràcies, Katanita, per llegir-ho!! I gràcies també perquè et va agradar. Jo em quedaria amb Cultivar I, que és molt més kataner ;-)