30 ene 2011

Fragmentos digeridos ICI


Conjúguese los pensamientos

En ocasiones bastaría escuchar los tiempos verbales que utilizan las personas, para saber cómo actúan frente a las circunstancias de la vida.
Obviamos a menudo la importancia del lenguaje. Sin embargo, pensamos en conceptos, y expresamos con ellos nuestra forma de pensar. Y esa forma de pensar no es más que pura actitud.
Una persona que es enseñante, todavía remarca más la importancia del lenguaje.
Por ejemplo, cabría llevar como estandarte biográfico la frase: "Pon un condicional en tu vida". No es lo mismo pedir algo con un tiempo verbal Imperativo ("Dame un bolígrafo"), que utilizando el Condicional ("¿Me darías un bolígrafo?"). En el primer caso, tu trato hacia el otro implica una orden a la que no existe posibilidad de renunciar. Eso probablemente conduzca a una respuesta innata al ser humano de rebelión contra la imposición.
Sin embargo, cuando se hace uso del condicional, el paisaje conceptual cambia la orden que debe ser acatada, por la orden sugerida con la posibilidad de no obedecerla. Tu interlocutor ya no debe darte un bolígrafo, sino que resultaría necesario que te diese el bolígrafo si quiere que tu vida cotidiana siga siendo igual de feliz que hasta el momento presente. Lo que probablemente hará que el interlocutor te ofrezca el bolígrafo de corazón y se entregue generosamente a tus necesidades.

Otro ejemplo de uso de tiempos verbales queda marcado por el estandarte: "Cambia el Pretérito Imperfecto por el Pretérito Perfecto Simple". Hay personas que utilizan constantemente para narrar el pasado el Pretérito Imperfecto. "Comía", "Bebía", "Amaba", "Quería", "Hablaba". Este tiempo verbal implica que la acción pasada todavía tiene su efecto en el momento presente, ya que hubo algún evento que impidió que la acción quedase finalizada. Así, si caminamos la vida a través del Pretérito Imperfecto, llega un momento en el que el peso de la experiencia nos desborda. No es lo mismo comer en imperfecto que en perfecto simple, como tampoco lo es beber, amar, querer o hablar. Cierren bien las experiencias y concédanse el tiempo requerido para digerirlas.

Por último, "Elimina el Pretérito Pluscuamperfecto de Subjuntivo de tu conjugación cotidiana". Si caminamos la vida repitiéndonos "Si yo hubiera comido...", "Si yo hubiese bebido...", "Si yo hubiera amado...", "Si yo hubiera querido...", "Si yo hubiese dicho...", acabaremos por soterrar la autoestima en un medio cenagoso. Como bien dijo ya Parménides en su día El ser, es, y el no ser, no es. Sencilla frase, de apariencia tautológica, pero que guarda los secretos de la genealogía de una cultura.

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