Amistad
Navegar mares turbulentos o mares de azabache, de azucena, de arrullo, de vino y sombra. Sobrevivir a tormentas. Sobrevivir a la calma. Escuchar la brújula del corazón del otro. Y en diez años, ¡ya diez años!, ahí llego, como las Islas Afortunadas más allá de las Columnas de Hércules, ese lugar feliz hecho de la verdad humana que une la amistad. Allí donde el corazón está trenzado de alteridad en la base de la hermosa flora del jardín de la experiencia.
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