Confucionismo et altri
Explicando a Confucio en clase de filosofía, me surgen varias preguntas. Él dice que el ser humano debe guiarse por Ren, traducido como bondad, humanidad y otros tantos términos. El ideograma chino lo que representa son el número dos y el concepto ser humano. Entiendo que la forma de actuar a la base del ser humano para Confucio debe ser actuar considerando al otro, es decir, no sólo considerándose a sí mismo.
El primer acercamiento a este concepto me produce realmente fascinación. Soy de las que piensa que si por Ren se guiase el ser humano, el mundo sería más verdadero, cuando menos más humano y, por supuesto, más pacífico. Así, los malentendidos podrían resolverse de forma benevolente.
Ahora bien, y esta es la pregunta en el segundo acercamiento. ¿Dónde está el límite de actuar considerando al otro para pasar a desconsiderarse a sí mismo? Es decir, imaginémonos en un caso de una situación en el que el otro no es capaz de actuar más que considerándose a sí mismo, que actúa según lo que Confucio llama Li (beneficio). Entonces, antepone sus sentimientos a los sentimientos de su congénere. ¿Debe entonces su congénere actuar siempre considerándolo a él? Es una situación complicada. A mí me resuena esa situación más que a una relación de igualdad entre dos seres humanos, a una relación de idolatría, en la que siguiendo Ren el que la sigue acaba por venerar a quien no la sigue. En este punto, así se lo digo a los alumnos, se puede comparar la virtud Ren en tal situación de desigualdad para Confucio con la idea que tiene Platón del amor. Ese ascenso de un caballo alado hacia las ideas, que siempre acaba por caer antes de alcanzarlas, a volver a alzar vuelo para desear alcanzarlas, a caer y así sucesivamente.
Quizás, desde mi modesto punto de vista, para el discurso de las interacciones humanas sea deseable guiarse siempre por Ren, con la posibilidad de negociar y anular ese punto de guía en situaciones excepcionales que éticamente componen núcleos, dinámicas o puntos de partida de desigualdad humana. Un esclavo no debería ser benevolente con quien lo esclaviza, ni el pueblo con un gobernador tirano, por ejemplo.
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