Lenguaje sedentario
Siempre pensé que la tristeza no era don para el espacio público. La tristeza habita en los fantasmas de cada uno. Hablamos y labramos la tierra. El instante en que comenzó el lenguaje fue el momento sedentario. La casa comunica todo aquello que necesita lo común. Más allá de nosotros somos otros.
Por eso pensé que la tristeza no era don para el espacio público. Cada uno habita sus fantasmas de forma íntima. ¡Qué puede hacer el otro con sus fantasmas más los que va recibiendo!
El espacio público es lugar en el que celebrar. Incluso celebrar de forma dionisiaca la más profunda melancolía. La risa sana. Una sonrisa cura la herida de cualquier corazón de fuego.
El llanto es grito mudo de soledad. Si le ofrecemos la palabra, el dolor crecerá apoderándose hasta del cuerpo.
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