18 jun 2011

Fragmentos luminosos ILXIX


Don y contradon

Marcel Mauss, en su maravilloso libro Essai sur le don. Forme et raison de l'échange dans les societés archaiques (Ensayo sobre el don. Forma y razón del intercambio en las sociedades arcaicas) reflexiona sobre la existencia del don, es decir, del regalo, desde las sociedades arcaicas como forma de la solidaridad entre los seres humanos.
Desde el punto de vista de la antropología, la gran pregunta es saber qué es lo inherente a la naturaleza humana, y qué lo adquirido a través del proceso de culturización. Respondiendo a esa pregunta, o haciendo un pequeño perfil intuitivo de respuesta, se puede averiguar qué es lo que es cambiable y qué no dentro del ser humano. En suma, qué puede variar y qué no entre las culturas.

Las formas de regalar han sido múltiples y variadas, según el estudio de Mauss, desde la Polinesia hasta las américas. En esa variación y multiplicidad es donde se observa el carácter cultural del don. Sin embargo, el hecho de la existencia de esa forma de solidaridad es algo que se repite, además con una misma lógica, en todas las sociedades. Y esa es la parte fascinante que lleva a afirmar que la generosidad forma parte de la naturaleza humana:

1. Dar para ayudar. 2. Recibir cuando te ofrecen. 3. Volver a dar (Contradon).

En ocasiones el don debe ir dirigido a la persona que te ofreció un regalo -como ocurre con las sociedades polinesias, o incluso en el Japón actual-, es decir, debe ser recíproco.
En otras el don debe ir dirigido a la persona que lo necesita, sea quien sea, y sin que deba ser necesariamente aquella que te ofreció su regalo, como sucedía con el Potlach amerindio.

A fin de cuentas resulta fascinante observar cómo las sociedades precapitalistas desarrollan tal forma de la naturaleza humana, en tanto que están más próximas al estado de naturaleza. Por contra, las sociedades capitalistas, entre otras cosas que llevan a alejarse de la naturaleza humana, olvidan el gesto de la solidaridad como forma de afirmar nuestra esencia.

Así, ayudar (parte 1 de la lógica natural del don) se sublima en un gesto abstracto -como mucho dar unos dineros a una entidad u ONG que se encargará de enviarlos y distribuirlos a quien los necesite-. De esa forma, existen personas que son capaces de comportarse de forma extremadamente antisolidaria con sus semejantes tangibles -los que los rodean-, y que luego son capaces de calmar su naturaleza -o su conciencia- con gestos de abstracción como el citado. 

¡Y qué decir tiene del contradon! De eso ya ni Don Pimpón es capaz de hablar en estos casos de seres neurótico-cyborg mentales del siglo XXI.

2 comentarios:

Maxi dijo...

No hace falta bucear mucho en la antropología para observar que la generosidad está en la naturaleza humana. Valga este ejemplo:
Conozco a una mujer que acogió en su casa a dos niñas recien nacidas, las alimentó, las educó, las guió en su camino de hacerse mujeres. Renunció a otros posibles desarrollos personales por ellas, para regalarles su bien más preciado, el tiempo, el tiempo de su propia vida.
Conozco a esa mujer y tú también.
– Pero es que eran sus hijas -me podrás alegar-.
– ¿Y qué?

NSN dijo...

Jamás alegaría eso, papá, porque la generosidad va más allá de los lazos de sangre. Esa mujer, para mí, es el gran modelo de generosidad. Ahora tendremos otra.